jueves, 10 de marzo de 2005

Un año de gritos y de silencio

Hace un año, recuerdo que estábamos en plena campaña electoral. Un coñazo, incluso para los que nos llamamos "indecisos". Confieso no tener ninguna preferencia política: Me da lo mismo como ideología el conservadurismo de los Sacovilla, o el liberalismo de los Tuk. Suelo escuchar lo que unos y otros dicen, e intento adivinar qué parte será real y qué parte de su discurso es una mentira más grande que las de Sauron. Sólo acierto en las mentiras, curiosamente... ¿Por qué será?

Hace más de un año, las fuerzas de Sauron decidieron invadir una zona del Lejano Harad. A mí, teóricamente, no debería importarme. Soy un Hobbit de La Comarca. Pero ¿qué pasaría si Sauron decidiera que los Hobbits somos peligrosos, y nos invadiera? La misma lógica tendría. Y me temo que algunos Gondorianos, o tal vez algunos Rohirrim, o Elfos del Bosque, decidieran apoyarle. Nuestro alcalde decidió enviar a unos cuantos hobbits para ayudar a Sauron, algo que jamás entendí. Teóricamente, los hobbits somos gente sensata y pacífica, pero a veces nos toca un alcalde gilipollas.

Hace un año, quedaban algunos lugares en esta Tierra Media que se podían visitar con placer. Yo solía entrar en una taberna muy ordenada, muy limpia y con un ambiente magnífico. La decoración no era de mi gusto (todas las paredes pintadas de naranja y gris), pero le hacían sentirse bien a uno, cuando estaba allí. Fui testigo de una o dos peleas, pero los alborotadores siempre terminaban dando voces en la calle. Algunos les escuchan aún hoy, pero suele ser gente que no sabe beber, no sabe divertirse, y le jode que los demás lo hagamos, respetando los deseos del dueño. Algunos creen que, porque la puerta esté abierta, puedes poner los pies sobre la mesa, no tienes que dar las gracias cuando te sirven una cerveza, o tienes derecho a gritarle a los demás. Curiosamente, esa gente es mucho más intolerante en su casa (y lo he comprobado, muchas veces), aunque allí es donde realmente no se puede decir nada.

Hace un año, todo cambió, para muchos de nosotros. Hace un año, unos Haradrim se escaparon de su tierra. Recorrieron una distancia increíble, buscando un lugar llamado "La Comarca". Y la encontraron. Y se vengaron de nuestro apoyo. No es que los hobbits que fueron a la guerra de Sauron mataran muchos Haradrim (creo que ninguno, y de hecho, incluso murieron algunos de esos hobbits), pero el apoyo dado por un pueblo tan sencillo como el nuestro, aportó (a ojos de parte de las gentes de la Tierra Media) algo de "falsa legitimidad" a esta nueva acción de Sauron. Y ahora sufrimos nosotros su venganza. Sauron también había sufrido la suya, pero eso no lo detuvo. Y aún hoy, no lo ha detenido. Pero nosotros también sufrimos su venganza.

Mañana hará un año, murieron cientos de hobbits. Amigos, familiares, hobbits de fuera, y hobbits de aquí. Y algunas cicatrices nunca cierran del todo.

Pero al menos, nuestro alcalde no fue reelegido. Lo malo es que Sauron sigue ahí, y ahora está cabreado con nuestro nuevo alcalde. Vete a saber si seremos su próximo objetivo, aunque parece que tiene sus ojos puestos en el Cercano Harad. Y dice que sigue siendo amigo de nuestro anterior alcalde. Entre nosotros, nuestro anterior alcalde es un gilipollas que sólo quiere hablar y hablar, y que sólo se escucha a sí mismo. En realidad, Sauron es igual, aunque me temo que al final todos veremos que no es tan idiota como todo el mundo creemos que es. Y mientras tanto, los que sufrimos somos los que estamos callados.

Hace unos días vi que se había quemado el molino de Ted Arenas. No es que le tuviéramos cariño, pero parece que alguien lo odiaba... o nos odiaba a nosotros. Espero que no tenga nada que ver con Sauron ni con el Harad, y que sea sólo un accidente.

Decidí despejarme y dar un paseo hasta la vieja taberna naranja y gris. La encontré cerrada. El cartel que había en la puerta decía simplemente que se había cerrado por exceso de trabajo. Pero empecé a preguntar a los vecinos, y comprobé que había más razones, y que la historia se repite: Quien se queda callado sufre, y los que dan voces, los gilipollas que no quieren más que escucharse a sí mismos, siguen gritando... hasta que el dueño del local se cansa, y cierra. Espero que el dueño esté bien, y que sea feliz. Se lo merece.

Y aquí estoy, tomándome una cerveza en casa para "celebrar" este último año. Hace un año todos éramos más felices, porque la ignorancia da la felicidad. Hoy, yo estoy triste. Triste por los hobbits, por los Haradrim, por el Molino de Ted Arenas, por la posada naranja y gris. Sé que hay otros pueblos que resisten a Sauron, que Ted conseguirá reconstruir su molino y que hay otras posadas abiertas. Pero Sauron es implacable, y los gilipollas siguen dando voces, creyendo que alguien los escucha. Lo malo es que sí hay quienes los escuchan, incluido el dueño de la taberna. Y el dueño de la taberna se puede hartar. Lo peor es que ya nadie reacciona como Don Juan Tenorio:

Cuán gritan esos malditos,
pero mal rayo me parta
si, en acabando la carta,
no pagan caro sus gritos.

Hace un año, lo pagamos quienes no gritábamos. Y seguimos pagándolo. En La Comarca, en la Tierra Media... o en una pequeña taberna. Maldita sea.

In memoriam.

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