lunes, 24 de noviembre de 2014

Prometo estarte agradecido

"Prometo estarte agradecido", cantaba y canta aún el viejo Rosendo. Me resulta increíble tener que escuchar esto en una canción y no a diario, pero así es.

Hace algunos días, un colega del trabajo me comentó que estaba pensando regalarle algo a su mujer. Como tengo por costumbre, me ofrecí a ayudarle, pues sabía que mi Elfa podría conseguirle un descuento bastante espectacular con algo de trabajo. Lo hablé con ella y lo hicimos. Para que os hagáis una idea, le ahorramos 100 euros así, porque sí. Y en esto que me dice mi Elfa: "Oye, Gualtrapa, ¿por qué estamos haciendo esto? Nadie hace estas cosas por nosotros". Y me dejó pensando. ¿Por qué hacemos esto, realmente?

Los dos sabemos que no es cierto que nadie haga eso por nosotros. Hay mucha gente que nos ha ayudado mucho, muchísimo. Dios, hay gente que literalmente nos ha salvado la vida y la cordura con una despreocupación y un "por vosotros, lo que sea" que nunca seremos capaces de agradecer. Hace algunos años, tuvimos una serie de problemas tan brutales que, al menos al que esto escribe, le hizo plantearse algunas "soluciones" demasiado definitivas (sí, eso que estáis pensando); pero vinieron un par de amigos y, sin preguntarnos nada, nos dijeron: "lo que haga falta". Esas cosas te marcan mucho, y realmente te enseñan el valor de las personas que tienes a tu lado (aunque vivan a miles de kilómetros). A mí, desde luego, me podrán decir misa, pero cualquiera de esas personas sabe perfectamente que si un día necesitan que baje al puto infierno, me parta la cara con Lucifer para robarle la llave y sacarles de allí, no tienen más que decirlo y allí estaré. Vamos, es que casi no tienen ni que decirlo: les basta con pensarlo para que demuestre que Dante era un mierda.

Pero por otro lado, hay otro tipo de gente con la que uno se relaciona (sean amigos de toda la vida, amigos temporales, conocidos o simplemente contactos ocasionales) que tienen esa asombrosa facilidad para pedir favores sin que te des cuenta. Y lo peor es cuando te das cuenta. Porque de pronto te encuentras con que tienes en tu casa el ordenador de alguien porque te ha pedido que se lo arregles, y no has podido negarte, y ese alguien te llama cada dos horas aunque sepa que estás currando para saber si ya has terminado. O que estás recorriéndote todo el centro de Hobbiton buscando una camiseta concreta de una marca concreta y de un color concreto, porque un amigo se lo quiere regalar a otro, y eres tú el que se está recorriendo doscientas tiendas mientras el que quiere hacer el regalo te da instrucciones desde su casa, o desde un bar donde se está tomando algo. O que te haces 100 km para ir a buscar el coche que habías prestado, y te encuentras con que, lo primero que tienes que hacer, es ir a echarle gasolina.

Creo que ya os haréis una idea. Afortunada o lamentablemente, soy de esas personas que me siento bien cuando hago un favor a los demás. Me gusta ayudar, porque me siento bien, y también porque me gusta que luego me ayuden cuando yo necesito algo y me gusta pensar que todos somos generosos por naturaleza. Y me he juntado con una que es igual que yo. Nos gusta, sí. No siempre, vale, pero normalmente no tienes más que darme un toque para tenerme toda la tarde si hace falta haciendo lo que sea que necesites. Y lo haré de mil amores. Eso no va a cambiar, y no quiero cambiarlo, porque me hace sentir bien. Eso puede responder a uno de los enfoques de la pregunta que me hacía mi Elfa: ¿Por qué lo hacemos? Porque somos así. Punto.

Pero (y siempre tiene que haber un "pero", si no, no habría entrada en el blog), ¿qué pasa después? ¿Cómo reacciona la persona a la que has hecho un favor? Hay gente desagradecida, gilipollas (no demasiados, afortunadamente), que encima después de hacerle el favor te pone a caer de un burro, ya sea a la cara o en cuanto te das la vuelta. Hoy hemos hablado de un par de ellos, pero el mejor ejemplo que tenemos reciente son un par de ex-amigos, a los que ayudamos a encontrar trabajo, a quienes estábamos llevando a su hija todos los días al colegio y todo eran sonrisas y alabanzas, pero que cuando les dijimos que ya no podíamos, porque mi Elfa empezaba a trabajar, nos retiraron la palabra con un "cómo podéis hacernos esto" y empezaron a ponernos a parir. De éstos hay que huir como de la peste. Aceptad un consejo: si alguien os trata así después de hacerles un favor, borradles del Facebook, del twitter, del email, del whatsapp, del cuaderno y de vuestra vida. Olvidadles y seréis mucho más felices. Y si algún día vuelven y os preguntan por qué, no os molestéis ni en contestarles. Más que nada, porque encontrarán la manera de darle la vuelta y haceros sentir culpables, mientras siguen poniéndoos a caldo con quien menos os esperéis.

Hay otro tipo de gente, tampoco muchos, que saben agradecerte lo que haces por ellos. No llevándote una caja de bombones para compensar (eso entra en la tercera categoría de gente), sino yendo a visitarte cuando estás en el hospital, llamándote para ofrecerse a ayudar en tu última mudanza, o preguntándote realmente qué te pasa cuando te ven mala cara, hasta que consiguen que les cuentes por qué, y entonces cogiéndote de la mano y sacándote de Mordor. Ya he hablado de éstos antes. Conservadlos, cuidadles, queredles, pues es este tipo de gente la que marcará una diferencia positiva en tu vida. Son especímenes raros, en vías de extinción, y se merecen todo el cariño y respeto.

Y luego está la mayoría, que te da las gracias mil millones de veces, se deshace en halagos y se llevan su camiseta o su libro tan contentos para casa. Y ahí termina todo. Al menos, no te pondrán a parir, eso es cierto, pero tampoco puedes esperar que busquen cómo ayudarte si alguna vez tú lo necesitas. Seguramente con otra gente sean mucho más generosos, pero no contigo. Y sí, si alguna vez les pides un favor, seguramente lo hagan si no les supone mucho esfuerzo, o te darán una razón perfectamente válida por la que no pueden ayudarte "esta vez". Pero antes de que te des cuenta, serás tú el que estás de nuevo corriendo a buscar algo que se les ha perdido. No son tóxicos, tampoco beneficiosos. Simplemente, son. Así es la mayoría y hay que aceptarlo como tal.

Y aquí estamos de nuevo, replanteando la pregunta original: ¿Por qué lo hacemos? ¿Qué buscamos con ello? En realidad, no es que busquemos compensación por lo que estamos haciendo. Al menos por mi parte, la satisfacción ya es suficiente recompensa. Pero si hacemos estas cosas de forma casi irracional, es por la simple razón de que esperas encontrarte con alguien que sepa cómo agradecértelo si alguna vez llega el caso. O mejor aún, que no sepa cómo, y entonces se esfuerce mil millones de veces por echarte un cable. Ahí es cuando te darás cuenta de que has encontrado a alguien que merece la pena conservar. Tengo una amiga, muy madre ella, que dice que no está educando a sus hijos a dar las gracias, sino a ser agradecidos. Es imposible ser agradecido con todo el mundo, y es imposible pretender que todo el mundo lo sea contigo, pero si hay que caer 100 veces a cambio de un simple "gracias", e incluso aguantar a algún que otro gilipollas en un "un poco tarde, ¿no?", realmente merece la pena cuando encuentras a alguien que querrás conservar para siempre.

Es curioso que los norteamericanos, con todo lo que ellos son, tengan un día especial al año que llaman "Thanksgiving", y que en hobbítico se traduce de forma mucho-más-mejor-dónde-va-a-parar por "Acción de Gracias". ¿Por qué es mejor así? Porque el espíritu de ese día no es (o no debería ser) el simple "dar las gracias", sino tomar una acción para ello, para agradecer (bueno, vale, y ponerse gocho a comer pavo, marisco o lo que se ponga por delante, también, que uno sigue siendo hobbit). Este año, Thanksgiving cae justo el día después de la muerte de la persona que me educó para ser como soy. Y lamento no poder agradecérselo este año, como los doce anteriores, así que hago lo posible por no olvidarme de lo que hizo por mí y de lo que me enseñó. Gracias, mamá. Gracias por todo.

Y a vosotros, no esperéis como los americanos a que llegue el Thanksgiving ese, y buscad cómo agradecer a quien os ha hecho bien. Que hay que deciros todo, corcho.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Coherencia y valentía

Qué jodido es eso de la coherencia. Anda que no ha habido veces que nos han pillado nuestros amigos, familiares o simples conocidos en fuera de juego, haciendo una cosa y defendiendo la contraria. Que si condenas la piratería pero te ves las películas en el youtube. Que si yo soy muy de comer sano y dieta mediterránea, venga vamos a apretarnos un costillar y una hamburguesa con patatas gigante que por un día no se va a notar. Que si mira qué friki ese que va con una camiseta de Spiderman, vamos al fútbol con el gorro, la bufanda, la bandera y hasta los calzoncillos de tu equipo. Que si el fútbol es una basura y un deporte corrupto, pero me trago el baloncesto, el automovilismo y la vuelta ciclista a Burgos por la tele... Ya me entendéis, ¿no?

Y luego están los que van buscándote las vueltas. Que levante la mano el que no ha escuchado "¿pero a ti no te gustaba fulanita/o, cómo es que ahora vas poniéndola/o a parir?". Que sí, que el tema emocional es cambiante, pero hay gente buscándonos las cosquillas continuamente. Amigos que de pronto dejan de serlo, y te cuestionan si de verdad han sido amigos tuyos después de años enteros de buenos momentos. ¿Os suena? O entrando en temas menos emocionales, el típico que te dice que si tú eres de izquierdas, no puedes tener dinero. Claaaro, si prefiero (por ideología) que todos seamos iguales, tengo que renunciar a ser rico para que TÚ te forres, ¿no? Anda que no da para debates esto, que si pillan a uno de izquierdas con dinero, le dicen que es un falso. Pero claro, como todos sabemos, siempre habla de putas la coloretes. ¿No se supone que los que defienden, pongamos, el capitalismo, quieren que se recompense a quien se lo merece, y se lo curra? ¿En qué parte exactamente de la coherencia pedida entran los desfalcos, enchufes, robos, escándalos tipo "Preferentes" y demás?

En fin, que me desvío del tema. Que yo estaba aquí recordando cómo he dicho una y mil veces que soy un hobbit muy hobbit, muy de pueblo (más que las amapolas), y a lo tonto a lo bobo llevo casi 2 años viviendo en Bree, y dentro de un mes nos vamos mi Elfa, mi pequeña Hobbit y un servidor a hacer las Américas. Sí, sí, así como suena: a las Tierras Imperecederas esas, al otro lado del Belegaer, por los próximos X años (paso de poner un número ahí, porque no hay nada como hacer planes para que se joroben a la primera de cambio), con la sana intención de trabajar mucho y conseguir pagar la hipoteca antes de que pasen otros 25 años.

¿Y con qué cara defiendo yo ahora que soy un Hobbit sencillo, tranquilo, que se me contenta con poco, y muy de pueblo? He tenido la suerte de escoger por vocación una profesión que ahora está muy valorada, pero es una profesión muy puntera, en la que hay que estar tecnológicamente aprendiendo e innovando todo el tiempo... y claro, cuando vuelvo a ver a mi abuela, ¿cómo le puedo yo explicar lo que hago? ¿Cómo le explico siquiera qué es una wifi, no digamos ya una página web o el procesamiento en la "nube"? Mi familia me ve ya como el de los turrones El Almendro, y no les culpo. Pero yo me sigo viendo igual, como el mismo chaval aquél con las rodillas arañadas y los pelos despeinados que corría alrededor de la Bodega jugando a indios y vaqueros. Y claro, así es difícil mantener un mínimo de coherencia.

La coherencia está sobrevalorada. Lo que yo os diga. En este mundo cambiante, mantener cierto nivel de integridad no sólo no es posible, sino que ni siquiera es útil. Otros lo usarán como un arma contra ti, para debilitarte, y encima para que dudes de ti mismo y de dónde vienes. Al menos, sobrevalorada en cuanto al pasado, y dependiendo de con qué... claro, ¿veis? Ni siquiera puedo ser coherente al plantear esto... Olvidadlo, es un razonamiento de porquería.

En fin, que todo este rollo pseudo-filosofal para contaros que emprendemos una nueva aventura. Y que si en algún momento ha habido algo de los Estados Unidos de Valinor que no me gustara, ahora mismo se me antoja fabuloso, con una cantidad increíble de oportunidades abiertas ante nosotros, y donde todo va a ser genial y los pájaros van a cantar y las flores van a crecer tanto como los árboles de Avatar. Y dentro de uno o dos años, os diré lo contrario. O no, quién sabe. No me busquéis la lógica, que no tengo la cabeza yo bien ahora.

Y eso, que nos vemos al otro lado del charco. Cuidaos mucho. Y no seáis coherentes: sed valientes para cambiar por algo que merezca la pena. Cada día.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Qué País...

En estas que estoy yo leyendo una noticia que me interesa por razones obvias, en un periódico que, hasta no hace tanto, era considerado el mejor y más objetivo (o eso me habían vendido) y me encuentro con esto:

http://politica.elpais.com/politica/2014/11/01/actualidad/1414865510_731502.html

La noticia empieza bien, comentando el resultado de la encuesta, y cómo una fuerza política ha "provocado un seísmo sin precedentes en la política española y está en condiciones de hacer saltar por los aires el tablero electoral". Y de pronto, te pones a leer un poco más para abajo y...

"Ese efecto abstencionista dificulta la estimación porque puede ser coyuntural y podría mitigarse con la proximidad de las elecciones". Especulamos sobre algo que no sabemos si es así, pero que estaría bien que lo fuera, así que lo ponemos en el artículo para que quede claro que es tan importante esta opinión como los propios resultados de la encuesta. Ojo, que la palabra "coyuntural" va a utilizarse más veces, pero sólo ante el factor ascendente de Podemos.

"El propio hecho de que Podemos esté en condiciones de ganar podría servir para movilizar a votantes molestos del PP", guiño, guiño, codazo, codazo, estamos dando pistas a los votantes del PP, que no se olviden de que vienen los greñudos y nos pueden ganar. En resumen, llamando al voto útil, un año antes de empezar con la campaña electoral.

"El Gobierno apostó casi todo a la carta de la recuperación y la reforma fiscal, pero no parecen ahora factores catalizadores por sí mismos. O no se percibe la mejora o esta no sirve para llevar ciudadanos a las urnas". Ojo a esto: HAY recuperación económica, pero ahora no le importa al electorado. ¿Están hablando de los brotes verdes o me lo estoy inventando?

"Y también ayuda a entender la estrategia de transversalidad ideológica hacia la que muta Podemos en los últimos meses". Traducción: estos de Podemos son unos chaqueteros, no son ni de izquierdas ni nada. Habrá fachas y todo, claaaro.

Mi favorito: "A lo que supuso el escándalo de las tarjetas negras de Caja Madrid se han sumado estos días el avance del caso Gürtel y la Operación Púnica. Ese tipo de acontecimientos de gran impacto emocional actúan a veces como seísmos coyunturales y es preciso esperar a que se asienten en los siguientes meses." Al loro: impacto emocional, no económico, ni de credibilidad, ni gilipolleces. E-MO-CIO-NAL. Que os dejáis llevar por las emociones. Y, de nuevo, esto es coyuntural. Dentro de unos meses ya se verá. Cuando se haya olvidado lo de estos escándalos, que ya nos encargaremos de tapar, seguro que vuelven las ovejas al rebaño y a votar a los que hay que votar.

"[...] Podemos se alimenta sobre todo de los errores de los otros. Por eso una mayoría no ve realistas las propuestas del partido de Iglesias y no cree que tengan ideas claras, pero inclina la balanza el hecho de que los demás ya hayan demostrado, según los ciudadanos, que no se puede confiar en ellos. Un 42% de los encuestados atribuye su éxito a la decepción y el desencanto de los demás". Ni una mención a que el 33% estima que es el partido que mejor se acerca a lo que el electorado piensa, ni que otro 25% (lo que sumaría un 58%) estima que son ambos factores. Lo que hay que dejar claro es que no tienen las ideas claras, que no son realistas, y que si los demás ya han demostrado que son unos chorizos y unos corruptos, es una cuestión de opinión de los ciudadanos.

Para concluir, un apartado especial encabezado con el titular de "Los Socialistas, más movilizados", para dejar claro que esos son los que se están moviendo, guiño, guiño, codazo, codazo, vota PPSOE.

Ah, ¿que no? ¿Que estoy paranoico y me lo estoy inventando? Vaya, puede ser...

Pero entonces, ¿podéis explicarme por qué ese mismo artículo, antes de titularse "Podemos supera a PSOE y PP y rompe el tablero electoral" se titulaba de una manera muuucho más explícita sobre las intenciones del autor del mismo?



La "ira ciudadana", que lo han cambiado. Así como lo leéis. Son vuestras emociones, que llevan a la ira. Y vuestra ira, al lado oscuro.

Que sois vosotros los malos. Más malos que Darth Vader y el Emperador juntos.

Que se empieza queriendo votar otra cosa y se termina matando a la mamá de Bambi.

...

Hace un par de años retomé este blog, y curiosamente (os juro que no sabía nada) escribí una entrada diciendo que "siempre se puede hacer algo". No os diré que "Podemos", no me voy a aprovechar de las casualidades. Tampoco os diré qué tenéis que hacer, que ya sois hobbits mayorcitos. Tan sólo permitidme concluir con una frase que me encanta (perdón por la pobre traducción):

"El mejor camino hacia el fracaso es volver a hacer lo mismo y esperar resultados diferentes"

jueves, 11 de septiembre de 2014

La crisis de los 42

Cada vez pasa más tiempo entre post y post, lo sé. Casi un año desde el último, ya me vale. En éste, además, no voy a intentar arreglar el mundo, porque no me siento con fuerzas ni con ganas. Estoy hecho una pena, lo reconozco. Quienes habéis leído los últimos posts seguramente penséis que estaba fenomenal, encantado de haber venido a Bree con mi elfa y mi pequeña hobbit, con un trabajo que me gusta... y lo cierto es que, analizándolo fríamente, así debería ser, pero no. ¿Y por qué?

Pues por lo que digo en el título: en efecto, me ha pillado la crisis de los 40. En realidad, hoy cumplo 42. Me ha llegado un poco tarde, pero me ha llegado. Y con todo el bonus, oiga: Que si "¿qué estoy haciendo con mi vida?", que si "¿estoy haciendo lo que me gusta?", que si "¿y si no valgo para esto que llevo haciendo desde hace tiempo?", un poco de "¿y si me he quedado obsoleto?", todo ello juntándose con bastante de "¿por qué no he hecho esto/aquéllo/lodemásallá que tanto me hubiera apetecido?". En fin, el pack completo.

Lo cierto es que sigo diciendo que tengo suerte, porque la tengo. Tengo una elfa maravillosa, que me anima como nadie, y una hobbit que algún día será una mujer de las que quitan el hipo, con una personalidad espléndida (lo digo porque ya lo es) y que son mi alegría y mis ganas de vivir (sííí, "mi sol y mis estrellas", panda de frikis... estabais deseando leerlo, confesadlo).

El problema está en que, inocente de mí, en su momento pensé que a estas alturas de la vida tendría la ídem medio resuelta. Y la idea era esa: Tener un trabajo satisfactorio, que pudiera hacer bien, y al llegar a casa tener una vida completa. Lo del final lo tengo. Pero joder, qué cuesta arriba se me está haciendo llegar al punto en que uno está a gusto en el trabajo, haciendo lo que quiere con gente a la que aprecia. En lugar de eso, estoy en un trabajo que no me satisface, con gente con la que no he encajado, y donde no termino de "arrancar". Recientemente he pedido el traslado, pero he dejado que la situación se prolongase demasiado tiempo, y tengo lo que se denomina "una depresión de caballo". Mi autoestima (que nunca ha sido gran cosa) está tocando fondo. Hace unos días me encontré llorando porque me sentía "atrapado" y no veía salida.

Vale, que sí. Que la hay. Si lo sé. Si no hace falta que me convenzáis (bueno, un poco sí). Pero todo se me hace un mundo. Toda alternativa, toda "mejora" de la situación pasa por la perspectiva de pegar otro cambio, cada cual más bestia que el anterior. Cambio de trabajo, cambio de país, cambio de vida. Y leche, que ya van muchos cambios. Lo peor es esa sensación que se te queda si le das demasiadas vueltas (cosa que hago con facilidad, no lo niego), de que al final todos los cambios te dejan igual que al principio. Porque al final, lo que realmente ocurre, es que la vida te va presentando problemas, y eres tú el que tiene que resolverlos. Y mientras no cambies la forma en que ves esos problemas, no vas a saber solucionarlos.

Los que me conocen saben que mi vida de joven hobbit no fue un camino de rosas. Era el flojucho de la clase, del que todos se reían, al que los abusones venían a dar un par de collejas cuando se sentían inferiores (lo que ocurría demasiado a menudo) y tenían que subirse el ego. Así que allí estaba yo, un palmo más pequeño, flaco como el Thor de Stargate, recibiendo yoyas y callando. Al llegar a los 20 me harté, me metí en un gimnasio y tuve que partirme la cara un par de veces con alguno para que me dejasen en paz. Aquello me sirvió para saber que puedo ponerle remedio a mi estado físico (de hecho, recientemente me he apuntado a defensa personal porque estaba en una forma deplorable, y qué agujetas tengo, por Eru). Pero, ¿cómo me quito esos años de humillaciones y desprecios de la cabeza? Hoy no me parten la cara, pero sigo sin saber encajar según qué cosas. Y las sigo teniendo delante, casi cada día. En otras formas, con otros disfraces, pero las mismas sensaciones al final.

42. El sentido de la vida, el universo y todo lo demás. Espero que sí, de verdad. Espero que al llegar a los 43 tenga esas respuestas, porque ya me van haciendo falta. De momento, lo que iré haciendo es enfocar la vida de otra forma. No, nada de "quién se ha llevado mi queso". Más bien estaba pensando en lo que explica el recientemente fallecido e infinitamente querido Robin Williams: Un cambio de perspectiva, ver las cosas desde otro ángulo.

(gracias, Maestro)

Me voy a fijar algunos objetivos. Entre ellos está dedicarle tiempo a escribir. No sólo en este blog, o tal vez incluso no en este blog, pero sí a escribir. Siempre me ha gustado, y siempre me han dicho que se me da bien. Hacer lo que se te da bien, y que gusta a quien te importa. Creo que ahí reside el secreto de la felicidad. O tal vez no, pero seguro que no me hará sentir mal. Otro objetivo es el que me he marcado con mi Elfa. No es exactamente "jubilarnos dentro de 10 años", pero sí usar estos próximos años para solucionarnos la vida (la nuestra y la de la pequeña hobbit). No va a ser fácil, pero es factible. Nos va a costar un montón de tiempo, trabajo y disgustos, pero lo haremos. Y dentro de 10 años, seguramente tenga más respuestas de las que estaba buscando (y algunas preguntas no habrán necesitado respuesta y se habrán olvidado).

Entretanto, como he leído por ahí, mi otra esperanza es que Gandalf se plante en la puerta de mi casa dentro de unos años, con unos colegas y una propuesta. Ya os contaré...

miércoles, 30 de octubre de 2013

Cambiar el final de la historia

Tranquilos, que no me voy a soltar una de mis filosofadas del "todo a 1€" hablando de cómo cambiar el final de nuestra historia ni nada por el estilo, aunque seguro que algo sacáis en claro de esta anécdota. Porque eso es lo que os voy a contar: una anécdota que ocurrió hace apenas un par de meses, y que aún me está carcomiendo...

Tengo una hobbit preciosísima de 7 años que, al igual que a sus padres, le encanta ver películas. Aquí en Bree es fácil y barato poder ver películas "a la carta" en la tele (en La Comarca, Netflix se hartó de intentar llegar a un acuerdo con las distribuidoras... muy hábiles ellas, rechazando la plataforma de mayor éxito para llevar cine y series de TV a los agujeros hobbit), si bien nosotros por nuestra cuenta intentamos localizar películas que nos gustaron cuando éramos niños o jóvenes para rescatarlas y verlas con nuestra hija ahora, disfrutándolas mucho más si cabe.

Recuerdo con enorme cariño cuando vi "La Pequeña Tienda de los Horrores" (1986), de Frank Oz. Sé que no es un peliculón, pero llevaba tiempo pensando alquilarla y verla mientras nos comemos una pizza por la noche. Y así lo hice. Nos reímos con la planta, disfrutamos de las canciones, a la peque Steve Martin le mosqueaba un poco... pero bueno, es normal. Rick Moranis y Ellen Green están estupendos en sus papeles. Muchas sonrisas, ya digo, mientras veíamos la película.


Hasta que, de pronto... uys, perdón, se me olvidaba:


Si seguís leyendo desde aquí, entiendo que sabéis qué es lo que pasa en esta película, ¿no? Bueno... tal vez sí, tal vez no.

Dice la Wikipedia, y eso es lo que yo recordaba, que: "Tras cambiarse, Audrey vuelve a la tienda, donde descubre que la planta puede hablar, y la planta empieza a devorarla, pero llega Seymour y la rescata a tiempo. Tras declararse a Audrey, aparece un vendedor que quiere hacer negocio con los esquejes de la planta. Seymour decide matar la planta, y vuelve a la tienda con una pistola, pero la planta lo desarma, destroza un pilar maestro y a Seymour le cae el edificio encima, pero Seymour coge un cable y mata a Audrey II electrocutándola.

Tras la muerte de la planta Seymour y Audrey compran su casa soñada felices y tranquilos ya que todo ha acabado al fin... ¿O no?"


Esta era la película que yo había visto, con un final estupendo, que esperaba que mi niña y mi mujer disfrutaran como yo. Mola, ¿verdad?

Bien, pues si leéis en la misma página de la wikipedia un poco más abajo, veréis que "Warner Bros. editó y distribuyó el blu-ray el nueve de Octubre de 2012, la edición contiene el largometraje estrenado en Septiembre de 1987 de 94 minutos, y un montaje especial aprobado por Frank Oz de 103 minutos de duración, este montaje incluye un nuevo final nunca visto comercialmente en España, y que fue descartado en su momento debido a los malos resultados obtenidos en los test de audiencia."

¿Adivináis qué versión fue la que habíamos alquilado y estábamos viendo esa noche? ¿Y os podéis imaginar mi careto cuando Seymour entrega el cuerpo inerte de Audrey a la planta, y cuando todos mueren, y cuando las plantas conquistan el mundo, y...?




Que sí, que ese era el final original tanto del musical en que se basaba como de la película original de Frank Oz, pero coñe, que esa no era la versión que yo quería ver... ni la que yo esperaba. Imaginad cuando miré a mi Elfa y ella empezó a gritarme "¡Gualtrapa! ¿Qué es esto? ¿Qué clase de película es ésta?" mientras mi hija miraba embobada (y algo horrorizada) cómo las plantas gigantes terminaban de destruir el mundo.

Y hete aquí, que tenéis al Hobbit Gualtrapa intentando hacer un agujero en el suelo para que la tierra se me tragase. Menos mal que san Youtube vino al rescate y pude poner el final que yo conocía, el final feliz, y conseguí convencer a mi pequeña hobbit que ESE era el final verdadero de la película y que lo otro era una tontería que se le había ocurrido a alguien. Ays, qué tonta es la gente, que pone esas cosas, ¿verdad, cariño?




Pues eso. Desde entonces recuerdo mirar siempre por encima todas las películas que alquilamos, no sea que vayamos a ver un montaje especial del director en el que Bambi muera en el incendio del bosque.

¿Qué, queréis ver el final original? Sois lo peor, de verdad. En fin, es más fácil de encontrar que el "happy ending", de hecho, pero ahí va. Disfrutadlo:



Os gustará más y todo lo que queráis... pero si yo hubiera visto esta película, no se me habría ocurrido nunca intentar compartirla con mi niña de 7 años. No me cambiéis los finales, por favor...

sábado, 12 de octubre de 2013

Mi delito ha prescrito, ¡soy inocente!

¿Sabéis? Leyendo por ahí he visto que un fiscal intentó procesar a Darth Vader por haber acabado con todo el Consejo Jedi y con los estudiantes Padawanes... Lo malo es que el pobrecillo intentó meter en la cárcel a la mano derecha del emperador en pleno apogeo del Imperio, con la primera Estrella de la Muerte recién terminada y la líder de la resistencia capturada. Vader y el Emperador Palpatine estuvieron riéndose del pobre abogaducho y su citación durante un buen rato, hasta que le dijeron amablemente que se largase, pues el delito ya había prescrito. "¿Ves? Han transcurrido 11 años, no tienes nada que hacer". Aquello cayó como un jarro de agua fría sobre el pobre abogado, pues no tenía nada que hacer contra ello. Con las orejas gachas, el fiscal regresó a su mundo natal, Alderaan, y Palpatine llamó a su colega el Gran Moff Tarkin: "Hey, tío, ya sé dónde puedes ir a hacer pruebas de tiro".

Se supone que un delito ha prescrito cuando ha transcurrido tanto tiempo sin que la "víctima" del mismo haya reclamado lo que es suyo, que se "indulta" al delincuente ante cualquier pena que se le pudiera imponer. He puesto sólo dos palabras entre comillas, pero lo cierto es que podría haber entrecomillado toda la frase, pues la acepción completa es mucho más extensa y, por supuesto, prácticamente imposible para mí de comprender sin releerla 20 veces... cosa que no estoy dispuesto a hacer otra vez, y que quiero evitaros a los que leéis esto.

La prescripción de los delitos se basa en que ha pasado tanto, pero tanto tiempo, desde que el villano de turno cometió su crimen, que no tiene sentido reclamarle o condenarle a nada ahora que algún juez se ha dado cuenta de lo que ocurrió. La idea no es mala, si se aplicase con lógica. Pero no. En los libros de Derecho hay cómputos preestablecidos para cada tipo de delito, basándose en condenas que algún juez sentenció en su momento ante un caso concreto, o en vaya-usted-a-saber-qué, sin tener en cuenta cada caso, las circunstancias en que ocurrió ni mucho menos (atención) lo que haya ocurrido como consecuencia de aquel delito. A poco que uno piense en ello, esto no tiene ningún maldito sentido. Vader no tuvo que usar la Fuerza para ahogar al abogado aquél (no creeréis que habría ido a la cárcel, ¿verdad?) porque un juez había determinado que, tras 10 años sin reclamar nada, el asesinato del hobbit Palerdo Siemprevivo por parte de Cabreto Ciñatiesa había prescrito, y que la familia de Siemprevivo había tenido tiempo más que suficiente para haber presentado aquella querella y que ya estaba bien de hacerle perder su tiempo, hombre, por favor. No es que Palpatine fuera un experto en Derecho Hobbit, pero aquel dato, real o inventado, le sirvió para echarse unas risas.

Que un delito prescriba no significa que el daño no se hiciera. Que un delito prescriba no significa "indulto". Yo me he preocupado mucho de poner las comillas antes y ahora, pero vivimos en un mundo en el que los Vaders y los Ciñatiesas no saben lo que son las comillas... ni saben lo que es tener vergüenza. Delitos que están presentes en la memoria de todos, delitos por los que los criminales llegaron a donde están ahora, en su posición de poder (y que, por tanto, sus efectos aún están vigentes), delitos por los que otras gentes (la inmensa mayoría) se vieron afectados y sobre los que no sabían que tenían derecho a reclamar, pues se les ocultó la verdad gracias, precisamente, a que los delincuentes ganaron esa posición de poder que les permitió esconderlo; delitos como estos, decía, son los que los propios delincuentes dicen que "han prescrito" y con ello se libran de pagar por haberlo cometido.

Vericuetos legales e ilegales, fórmulas extrañas, falsedad documental, falsedad testimonial, trucos baratos de magia todos ellos que permiten a los delincuentes seguir en su posición de poder, retrasando el tiempo en que alguien podría darse cuenta de que deberían estar pudriéndose en la cárcel más oscura de Mordor, hasta que pueden decir que "eh, eh, mi delito ha prescrito. ¡Soy inocente!" y a otra cosa, mariposa.

Resulta absurdo, ridículo e insultante leerlo. Pero ahí está, a diario en la prensa. Y la única reacción de la gente es "vaya, qué lástima... se ha librado por poco, pero ahora es inocente", como el que comenta en un partido de fútbol un remate de cabeza que ha sido despejado por el portero con la punta de los dedos. Ejemplos:

Dos de los delitos del caso Mercasevilla, origen del caso de los ERE en Mercasevilla y que comenzó en 2001 aprox.
Carlos Fabra trata de demostrar que sus delitos fiscales han prescrito.
Los supuestos pagos de Bárcenas a los líderes populares habrían prescrito: líderes que ahora están en el Gobierno, ojo.
Prescrita la condena impuesta al exconcejal Lendínez que se fugó para evitar la cárcel. Se fuga de la justicia, y cuando vuelve ¡el delito ha prescrito!

Pero claro, también es cierto que, si alguno termina siendo condenado, siempre queda algún otro sinvergüenza dispuesto a aplicar una ley del siglo XIX para indultarles. Y es que si eres un criminal o has robado millones, aún tienes una oportunidad, pero si has robado una barra de pan para dar de comer a tus hijos, estás jodido.

jueves, 10 de octubre de 2013

Nadando en la mediocridad

Pese a lo que os he podido contar, me considero un hobbit realmente afortunado. Sí, en ocasiones me ha rondado la mala suerte. Qué diablos, en ocasiones cualquiera me hubiera considerado gafe, un cenizo. Pero viendo las cosas en perspectiva, creo que he tenido mucha suerte. Una de las cosas que me hacen pensar así es haber sobrevivido a la convivencia con la mediocridad.

Recuerdo no una, sino varias ocasiones en las que un jefecillo sale del despacho de su jefazo, pálido como el culo de un Nazgûl, tras la revisión de objetivos. Si pudiéramos leer la mente del jefecillo, o mejor dicho, su subconsciente, diría algo como: "Tenemos que conseguir terminar el proyecto. Nos falta gente. ¿A quién puedo incorporar a mi equipo que cumpla los principales requisitos? A ver, los requisitos pueden ser:

A) Alguien que haga bien el trabajo, un profesional con verdadera experiencia que sepa lo que se hace y con quien trabajar sea algo enriquecedor.
B) Alguien que NO haga bien el trabajo, no sea que me quite el puesto. Y que cobre poco, claro.

En lo que tarda un dragón en asarse un pollo, la decisión está tomada. ¿Alguien recuerda cuál era la opción A? El jefecillo no, desde luego.

Y claro, se termina contratando a un fotocopiador para que haga el trabajo de un arquitecto. El proyecto sale adelante con el esfuerzo de todos, pero sale como sale. La empresa no consigue exactamente el objetivo deseado, pero lo disfraza. Se saca una subvención, se engaña a un cliente, y tiramos p'alante. El fotocopiador se hace un hueco en el corazoncito de todos y, cuando la caga, ¿cómo vas a echarle? Nada, nada, contratemos a alguien más... pero que no sea muy bueno, para que no destaque entre los demás y no suponga un peligro al jefecillo.

Esto es lo que quiero decir con "convivir con la mediocridad". Ese espíritu está muy arraigado entre los Hobbits, y así nos va. Cuando de pronto alguien destaca por hacer algo bien (y no hablo sólo de trabajo), despierta envidias (sí, aunque sea inconsciente) y sus compañeros, en lugar de intentar aprender de él, le putean, le dan de lado y terminan poniéndolo a parir en comidilla, porque "tan bueno no es, que ahí está intentando terminar eso y no es capaz", dice el fotocopiador a los demás cotillas mientras saborea el café junto a la máquina en sus "legítimos 10 minutos de descanso" que duran media mañana.

Cuando la empresa del Señó Arquitesto quebró, tuve mucha, mucha suerte de caer en uno de los pocos sitios de Hobbiton donde la mediocridad no abundaba. No es la típica empresa Hobbítica, todo sea dicho. Curiosamente, si dejas a los currantes que seleccionen directamente a los que van a ser sus compañeros, se esfuerzan mucho por conseguir distinguir al fotocopiador de un verdadero profesional. Porque van a tener que currar con él. Entrar en esa empresa como currante es tremendamente difícil, pero reconozco que no pudo ser más satisfactorio.

 Pero aún así, fui testigo de cómo la mediocridad se hacía fuerte en algunas áreas, principalmente en la de "project management". Ver cómo quienes tienen que tomar las decisiones no quieren que los demás les hagan sombra, cómo se destruyen unos a otros y despiden directamente a gente increíblemente válida que quería trabajar con ellos, por miedo a que destaquen, en lugar de aceptarlos y trabajar con ellos para hacer mejor el conjunto, es algo descorazonador.

No me fui de la empresa sólo por eso, pero fue una de las razones. Ver cómo la empresa Hobbítica-que-no-es-Hobbítica que unos años atrás había plantado cara a un gigante, se hunde cada vez más en base a decisiones absurdas tomadas por gente incompetente que quiere trabajar sólo con gente más incompetente que ellos es algo de lo que no quiero formar parte.

Tengo suerte, mucha suerte. En Bree ahora estoy en una empresa donde el valor intrínseco de cada hobbit currito, de cada jefecillo, de cada jefazo, es incalculable. Es increíble ver cómo todos quieren rodearse de gente válida, que sepa hacer bien su trabajo. Es bestial ver cómo, cuando alguien destaca, todos quieren aprender de él. Yo ahora me siento muy, muy hobbit, muy pequeño comparado con quienes me rodean (hay chavales a los que casi doblo la edad y que ya son mejores de lo que yo seré nunca). Pero poco a poco voy aprendiendo de ellos, y disfruto trabajando aunque el trabajo en ocasiones me sobrepase y me desespere. Porque el trabajo aquí te sobrepasa, pero todos intentan sacarlo adelante (¡sin buscar culpables cuando algo falla! ¿Lo podéis creer?) y saben que la única forma de hacerlo es echándose una mano.

Y recuerdo lo mediocres que somos allá en Hobbiton. Y recuerdo cómo la mediocridad sube y sube, llegando hasta lo más alto. Y leo las noticias que aquí se tienen de Hobbiton y de su alcalde Rajoyum y los cretinos que le rodean, dándoselas de expertos y sin tener ni la más remota idea de cómo hacer su trabajo, o el trabajo que se supone que deberían estar haciendo. Y escucho cómo estos mediocres defienden a los delincuentes, ya que ellos no les harán sombra ni les querrán quitar sus puestos, y aplastan a la gente que realmente podría hacer algo.

Porque, ¿cómo se puede entender que, en un partido político, se defienda la idea de que cualquiera pueda ser concejal de... no sé, de agricultura, si no se conoce el mundo del campo, y que el concejal de turno necesite rodearse de consejeros? Pagados con dinero público, claro (aunque también ocurre en la empresa privada, preferentemente en los cargos de "Consejero", utilizado como eufemismo barato), la mayor parte enchufados, por supuesto, pero alguno que realmente conoce el cotarro... y al que terminarán pisando, por si se le ocurre ascender. ¿Os imagináis presentaros a un trabajo de... no sé, de electricista, y decir en la entrevista "no, si yo no he visto un cable en mi vida, pero me pagáis el sueldo y contratamos a dos consejeros/ayudantes, uno que es mi primo y otro que sea un estudiante de FP que sepa hacer el trabajo"? A mí me resulta ridículo, pero estamos permitiendo que esos mediocres copen los cargos públicos y los cargos de mayor responsabilidad en bancos, energéticas, etc. ¿Que cómo lo estamos permitiendo? Votando a los de siempre, a los que están alimentando esa mediocridad, hobbits míos. Nadie más les ha votado que nosotros. Y mientras sigamos con este criterio, seguiremos alimentando la mediocridad.

Y me da pena. Y miedo. Miedo de que el próximo reemplazo para estos Mediocres (con "M" mayúscula, lo habréis notado) que dirigen Hobbiton sean otros aún más Mediocres (no sé si ponerlo ya en negrita...), pues es lo único que los hobbits ven a su alrededor, y es lo único que los hobbits conocen. La mediocridad está en todas partes y es fácil ser absorbido por ella. Tan fácil que se puede ver desde la empresa más cutre hasta la cima del gobierno de Hobbiton. Y mientras no la eliminemos de nuestro día a día, mientras sigamos pensando que es más rápido y seguro "trepar" que hacer bien tu trabajo y aprender de quien sabe, seguiremos nadando en esa mediocridad que ya nos ha ahogado, y que nos impide salir a flote.

Yo tengo suerte, lo repito. Pero otros no la necesitan, porque tienen el mundo mediocre hecho a su medida. Yo tengo claro que no quiero a ninguno de ellos tomando decisiones, porque no saben, nunca han sabido. Y si no cambiamos nada, nunca sabrán.