miércoles, 30 de octubre de 2013

Cambiar el final de la historia

Tranquilos, que no me voy a soltar una de mis filosofadas del "todo a 1€" hablando de cómo cambiar el final de nuestra historia ni nada por el estilo, aunque seguro que algo sacáis en claro de esta anécdota. Porque eso es lo que os voy a contar: una anécdota que ocurrió hace apenas un par de meses, y que aún me está carcomiendo...

Tengo una hobbit preciosísima de 7 años que, al igual que a sus padres, le encanta ver películas. Aquí en Bree es fácil y barato poder ver películas "a la carta" en la tele (en La Comarca, Netflix se hartó de intentar llegar a un acuerdo con las distribuidoras... muy hábiles ellas, rechazando la plataforma de mayor éxito para llevar cine y series de TV a los agujeros hobbit), si bien nosotros por nuestra cuenta intentamos localizar películas que nos gustaron cuando éramos niños o jóvenes para rescatarlas y verlas con nuestra hija ahora, disfrutándolas mucho más si cabe.

Recuerdo con enorme cariño cuando vi "La Pequeña Tienda de los Horrores" (1986), de Frank Oz. Sé que no es un peliculón, pero llevaba tiempo pensando alquilarla y verla mientras nos comemos una pizza por la noche. Y así lo hice. Nos reímos con la planta, disfrutamos de las canciones, a la peque Steve Martin le mosqueaba un poco... pero bueno, es normal. Rick Moranis y Ellen Green están estupendos en sus papeles. Muchas sonrisas, ya digo, mientras veíamos la película.


Hasta que, de pronto... uys, perdón, se me olvidaba:


Si seguís leyendo desde aquí, entiendo que sabéis qué es lo que pasa en esta película, ¿no? Bueno... tal vez sí, tal vez no.

Dice la Wikipedia, y eso es lo que yo recordaba, que: "Tras cambiarse, Audrey vuelve a la tienda, donde descubre que la planta puede hablar, y la planta empieza a devorarla, pero llega Seymour y la rescata a tiempo. Tras declararse a Audrey, aparece un vendedor que quiere hacer negocio con los esquejes de la planta. Seymour decide matar la planta, y vuelve a la tienda con una pistola, pero la planta lo desarma, destroza un pilar maestro y a Seymour le cae el edificio encima, pero Seymour coge un cable y mata a Audrey II electrocutándola.

Tras la muerte de la planta Seymour y Audrey compran su casa soñada felices y tranquilos ya que todo ha acabado al fin... ¿O no?"


Esta era la película que yo había visto, con un final estupendo, que esperaba que mi niña y mi mujer disfrutaran como yo. Mola, ¿verdad?

Bien, pues si leéis en la misma página de la wikipedia un poco más abajo, veréis que "Warner Bros. editó y distribuyó el blu-ray el nueve de Octubre de 2012, la edición contiene el largometraje estrenado en Septiembre de 1987 de 94 minutos, y un montaje especial aprobado por Frank Oz de 103 minutos de duración, este montaje incluye un nuevo final nunca visto comercialmente en España, y que fue descartado en su momento debido a los malos resultados obtenidos en los test de audiencia."

¿Adivináis qué versión fue la que habíamos alquilado y estábamos viendo esa noche? ¿Y os podéis imaginar mi careto cuando Seymour entrega el cuerpo inerte de Audrey a la planta, y cuando todos mueren, y cuando las plantas conquistan el mundo, y...?




Que sí, que ese era el final original tanto del musical en que se basaba como de la película original de Frank Oz, pero coñe, que esa no era la versión que yo quería ver... ni la que yo esperaba. Imaginad cuando miré a mi Elfa y ella empezó a gritarme "¡Gualtrapa! ¿Qué es esto? ¿Qué clase de película es ésta?" mientras mi hija miraba embobada (y algo horrorizada) cómo las plantas gigantes terminaban de destruir el mundo.

Y hete aquí, que tenéis al Hobbit Gualtrapa intentando hacer un agujero en el suelo para que la tierra se me tragase. Menos mal que san Youtube vino al rescate y pude poner el final que yo conocía, el final feliz, y conseguí convencer a mi pequeña hobbit que ESE era el final verdadero de la película y que lo otro era una tontería que se le había ocurrido a alguien. Ays, qué tonta es la gente, que pone esas cosas, ¿verdad, cariño?




Pues eso. Desde entonces recuerdo mirar siempre por encima todas las películas que alquilamos, no sea que vayamos a ver un montaje especial del director en el que Bambi muera en el incendio del bosque.

¿Qué, queréis ver el final original? Sois lo peor, de verdad. En fin, es más fácil de encontrar que el "happy ending", de hecho, pero ahí va. Disfrutadlo:



Os gustará más y todo lo que queráis... pero si yo hubiera visto esta película, no se me habría ocurrido nunca intentar compartirla con mi niña de 7 años. No me cambiéis los finales, por favor...

sábado, 12 de octubre de 2013

Mi delito ha prescrito, ¡soy inocente!

¿Sabéis? Leyendo por ahí he visto que un fiscal intentó procesar a Darth Vader por haber acabado con todo el Consejo Jedi y con los estudiantes Padawanes... Lo malo es que el pobrecillo intentó meter en la cárcel a la mano derecha del emperador en pleno apogeo del Imperio, con la primera Estrella de la Muerte recién terminada y la líder de la resistencia capturada. Vader y el Emperador Palpatine estuvieron riéndose del pobre abogaducho y su citación durante un buen rato, hasta que le dijeron amablemente que se largase, pues el delito ya había prescrito. "¿Ves? Han transcurrido 11 años, no tienes nada que hacer". Aquello cayó como un jarro de agua fría sobre el pobre abogado, pues no tenía nada que hacer contra ello. Con las orejas gachas, el fiscal regresó a su mundo natal, Alderaan, y Palpatine llamó a su colega el Gran Moff Tarkin: "Hey, tío, ya sé dónde puedes ir a hacer pruebas de tiro".

Se supone que un delito ha prescrito cuando ha transcurrido tanto tiempo sin que la "víctima" del mismo haya reclamado lo que es suyo, que se "indulta" al delincuente ante cualquier pena que se le pudiera imponer. He puesto sólo dos palabras entre comillas, pero lo cierto es que podría haber entrecomillado toda la frase, pues la acepción completa es mucho más extensa y, por supuesto, prácticamente imposible para mí de comprender sin releerla 20 veces... cosa que no estoy dispuesto a hacer otra vez, y que quiero evitaros a los que leéis esto.

La prescripción de los delitos se basa en que ha pasado tanto, pero tanto tiempo, desde que el villano de turno cometió su crimen, que no tiene sentido reclamarle o condenarle a nada ahora que algún juez se ha dado cuenta de lo que ocurrió. La idea no es mala, si se aplicase con lógica. Pero no. En los libros de Derecho hay cómputos preestablecidos para cada tipo de delito, basándose en condenas que algún juez sentenció en su momento ante un caso concreto, o en vaya-usted-a-saber-qué, sin tener en cuenta cada caso, las circunstancias en que ocurrió ni mucho menos (atención) lo que haya ocurrido como consecuencia de aquel delito. A poco que uno piense en ello, esto no tiene ningún maldito sentido. Vader no tuvo que usar la Fuerza para ahogar al abogado aquél (no creeréis que habría ido a la cárcel, ¿verdad?) porque un juez había determinado que, tras 10 años sin reclamar nada, el asesinato del hobbit Palerdo Siemprevivo por parte de Cabreto Ciñatiesa había prescrito, y que la familia de Siemprevivo había tenido tiempo más que suficiente para haber presentado aquella querella y que ya estaba bien de hacerle perder su tiempo, hombre, por favor. No es que Palpatine fuera un experto en Derecho Hobbit, pero aquel dato, real o inventado, le sirvió para echarse unas risas.

Que un delito prescriba no significa que el daño no se hiciera. Que un delito prescriba no significa "indulto". Yo me he preocupado mucho de poner las comillas antes y ahora, pero vivimos en un mundo en el que los Vaders y los Ciñatiesas no saben lo que son las comillas... ni saben lo que es tener vergüenza. Delitos que están presentes en la memoria de todos, delitos por los que los criminales llegaron a donde están ahora, en su posición de poder (y que, por tanto, sus efectos aún están vigentes), delitos por los que otras gentes (la inmensa mayoría) se vieron afectados y sobre los que no sabían que tenían derecho a reclamar, pues se les ocultó la verdad gracias, precisamente, a que los delincuentes ganaron esa posición de poder que les permitió esconderlo; delitos como estos, decía, son los que los propios delincuentes dicen que "han prescrito" y con ello se libran de pagar por haberlo cometido.

Vericuetos legales e ilegales, fórmulas extrañas, falsedad documental, falsedad testimonial, trucos baratos de magia todos ellos que permiten a los delincuentes seguir en su posición de poder, retrasando el tiempo en que alguien podría darse cuenta de que deberían estar pudriéndose en la cárcel más oscura de Mordor, hasta que pueden decir que "eh, eh, mi delito ha prescrito. ¡Soy inocente!" y a otra cosa, mariposa.

Resulta absurdo, ridículo e insultante leerlo. Pero ahí está, a diario en la prensa. Y la única reacción de la gente es "vaya, qué lástima... se ha librado por poco, pero ahora es inocente", como el que comenta en un partido de fútbol un remate de cabeza que ha sido despejado por el portero con la punta de los dedos. Ejemplos:

Dos de los delitos del caso Mercasevilla, origen del caso de los ERE en Mercasevilla y que comenzó en 2001 aprox.
Carlos Fabra trata de demostrar que sus delitos fiscales han prescrito.
Los supuestos pagos de Bárcenas a los líderes populares habrían prescrito: líderes que ahora están en el Gobierno, ojo.
Prescrita la condena impuesta al exconcejal Lendínez que se fugó para evitar la cárcel. Se fuga de la justicia, y cuando vuelve ¡el delito ha prescrito!

Pero claro, también es cierto que, si alguno termina siendo condenado, siempre queda algún otro sinvergüenza dispuesto a aplicar una ley del siglo XIX para indultarles. Y es que si eres un criminal o has robado millones, aún tienes una oportunidad, pero si has robado una barra de pan para dar de comer a tus hijos, estás jodido.

jueves, 10 de octubre de 2013

Nadando en la mediocridad

Pese a lo que os he podido contar, me considero un hobbit realmente afortunado. Sí, en ocasiones me ha rondado la mala suerte. Qué diablos, en ocasiones cualquiera me hubiera considerado gafe, un cenizo. Pero viendo las cosas en perspectiva, creo que he tenido mucha suerte. Una de las cosas que me hacen pensar así es haber sobrevivido a la convivencia con la mediocridad.

Recuerdo no una, sino varias ocasiones en las que un jefecillo sale del despacho de su jefazo, pálido como el culo de un Nazgûl, tras la revisión de objetivos. Si pudiéramos leer la mente del jefecillo, o mejor dicho, su subconsciente, diría algo como: "Tenemos que conseguir terminar el proyecto. Nos falta gente. ¿A quién puedo incorporar a mi equipo que cumpla los principales requisitos? A ver, los requisitos pueden ser:

A) Alguien que haga bien el trabajo, un profesional con verdadera experiencia que sepa lo que se hace y con quien trabajar sea algo enriquecedor.
B) Alguien que NO haga bien el trabajo, no sea que me quite el puesto. Y que cobre poco, claro.

En lo que tarda un dragón en asarse un pollo, la decisión está tomada. ¿Alguien recuerda cuál era la opción A? El jefecillo no, desde luego.

Y claro, se termina contratando a un fotocopiador para que haga el trabajo de un arquitecto. El proyecto sale adelante con el esfuerzo de todos, pero sale como sale. La empresa no consigue exactamente el objetivo deseado, pero lo disfraza. Se saca una subvención, se engaña a un cliente, y tiramos p'alante. El fotocopiador se hace un hueco en el corazoncito de todos y, cuando la caga, ¿cómo vas a echarle? Nada, nada, contratemos a alguien más... pero que no sea muy bueno, para que no destaque entre los demás y no suponga un peligro al jefecillo.

Esto es lo que quiero decir con "convivir con la mediocridad". Ese espíritu está muy arraigado entre los Hobbits, y así nos va. Cuando de pronto alguien destaca por hacer algo bien (y no hablo sólo de trabajo), despierta envidias (sí, aunque sea inconsciente) y sus compañeros, en lugar de intentar aprender de él, le putean, le dan de lado y terminan poniéndolo a parir en comidilla, porque "tan bueno no es, que ahí está intentando terminar eso y no es capaz", dice el fotocopiador a los demás cotillas mientras saborea el café junto a la máquina en sus "legítimos 10 minutos de descanso" que duran media mañana.

Cuando la empresa del Señó Arquitesto quebró, tuve mucha, mucha suerte de caer en uno de los pocos sitios de Hobbiton donde la mediocridad no abundaba. No es la típica empresa Hobbítica, todo sea dicho. Curiosamente, si dejas a los currantes que seleccionen directamente a los que van a ser sus compañeros, se esfuerzan mucho por conseguir distinguir al fotocopiador de un verdadero profesional. Porque van a tener que currar con él. Entrar en esa empresa como currante es tremendamente difícil, pero reconozco que no pudo ser más satisfactorio.

 Pero aún así, fui testigo de cómo la mediocridad se hacía fuerte en algunas áreas, principalmente en la de "project management". Ver cómo quienes tienen que tomar las decisiones no quieren que los demás les hagan sombra, cómo se destruyen unos a otros y despiden directamente a gente increíblemente válida que quería trabajar con ellos, por miedo a que destaquen, en lugar de aceptarlos y trabajar con ellos para hacer mejor el conjunto, es algo descorazonador.

No me fui de la empresa sólo por eso, pero fue una de las razones. Ver cómo la empresa Hobbítica-que-no-es-Hobbítica que unos años atrás había plantado cara a un gigante, se hunde cada vez más en base a decisiones absurdas tomadas por gente incompetente que quiere trabajar sólo con gente más incompetente que ellos es algo de lo que no quiero formar parte.

Tengo suerte, mucha suerte. En Bree ahora estoy en una empresa donde el valor intrínseco de cada hobbit currito, de cada jefecillo, de cada jefazo, es incalculable. Es increíble ver cómo todos quieren rodearse de gente válida, que sepa hacer bien su trabajo. Es bestial ver cómo, cuando alguien destaca, todos quieren aprender de él. Yo ahora me siento muy, muy hobbit, muy pequeño comparado con quienes me rodean (hay chavales a los que casi doblo la edad y que ya son mejores de lo que yo seré nunca). Pero poco a poco voy aprendiendo de ellos, y disfruto trabajando aunque el trabajo en ocasiones me sobrepase y me desespere. Porque el trabajo aquí te sobrepasa, pero todos intentan sacarlo adelante (¡sin buscar culpables cuando algo falla! ¿Lo podéis creer?) y saben que la única forma de hacerlo es echándose una mano.

Y recuerdo lo mediocres que somos allá en Hobbiton. Y recuerdo cómo la mediocridad sube y sube, llegando hasta lo más alto. Y leo las noticias que aquí se tienen de Hobbiton y de su alcalde Rajoyum y los cretinos que le rodean, dándoselas de expertos y sin tener ni la más remota idea de cómo hacer su trabajo, o el trabajo que se supone que deberían estar haciendo. Y escucho cómo estos mediocres defienden a los delincuentes, ya que ellos no les harán sombra ni les querrán quitar sus puestos, y aplastan a la gente que realmente podría hacer algo.

Porque, ¿cómo se puede entender que, en un partido político, se defienda la idea de que cualquiera pueda ser concejal de... no sé, de agricultura, si no se conoce el mundo del campo, y que el concejal de turno necesite rodearse de consejeros? Pagados con dinero público, claro (aunque también ocurre en la empresa privada, preferentemente en los cargos de "Consejero", utilizado como eufemismo barato), la mayor parte enchufados, por supuesto, pero alguno que realmente conoce el cotarro... y al que terminarán pisando, por si se le ocurre ascender. ¿Os imagináis presentaros a un trabajo de... no sé, de electricista, y decir en la entrevista "no, si yo no he visto un cable en mi vida, pero me pagáis el sueldo y contratamos a dos consejeros/ayudantes, uno que es mi primo y otro que sea un estudiante de FP que sepa hacer el trabajo"? A mí me resulta ridículo, pero estamos permitiendo que esos mediocres copen los cargos públicos y los cargos de mayor responsabilidad en bancos, energéticas, etc. ¿Que cómo lo estamos permitiendo? Votando a los de siempre, a los que están alimentando esa mediocridad, hobbits míos. Nadie más les ha votado que nosotros. Y mientras sigamos con este criterio, seguiremos alimentando la mediocridad.

Y me da pena. Y miedo. Miedo de que el próximo reemplazo para estos Mediocres (con "M" mayúscula, lo habréis notado) que dirigen Hobbiton sean otros aún más Mediocres (no sé si ponerlo ya en negrita...), pues es lo único que los hobbits ven a su alrededor, y es lo único que los hobbits conocen. La mediocridad está en todas partes y es fácil ser absorbido por ella. Tan fácil que se puede ver desde la empresa más cutre hasta la cima del gobierno de Hobbiton. Y mientras no la eliminemos de nuestro día a día, mientras sigamos pensando que es más rápido y seguro "trepar" que hacer bien tu trabajo y aprender de quien sabe, seguiremos nadando en esa mediocridad que ya nos ha ahogado, y que nos impide salir a flote.

Yo tengo suerte, lo repito. Pero otros no la necesitan, porque tienen el mundo mediocre hecho a su medida. Yo tengo claro que no quiero a ninguno de ellos tomando decisiones, porque no saben, nunca han sabido. Y si no cambiamos nada, nunca sabrán.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Bree

Lo sé, lo sé. Hace mucho que no escribo nada. Demasiado. Pero tengo una buena excusa: ya no estoy en Hobbiton. Así como lo leéis. ¿Y eso? ¿Qué ha pasado? os preguntaréis (y si no, pues me da igual, os lo voy a contar, que por algo lo estáis leyendo, ¿verdad?). Pues permitidme que me remonte un poquito atrás en el tiempo y el espacio.

Hace dos años y pico, mi vida era pura desesperación. Los orcos para los que trabajaba dejaron de pagarme, cosa que pasó en cientos de empresas en todo Hobbiton según he sabido después. Triste consuelo de tontos será, pero a mí no me consolaba entonces y no me consuela ahora. Volver a mi agujero-hobbit día tras día, después de trabajar como un padefo (reconvertido después, creedme) era... no puedo explicarlo con palabras. Sólo puedo contaros lo que ocurría: llorábamos. Mi mujer y yo no parábamos de llorar. Todo era injusto. Menos mal que ella tenía trabajo. Así nos manteníamos, pero nos endeudamos hasta arriba. La panda de prestamistas que aún dirigen el cotarro nos ofrecieron tarjetas de crédito, y las usamos hasta que casi no concebíamos comprar nada sin ellas. Y llegó un momento en que no teníamos nada. La ayuda de la familia y algunos amigos fue lo único que nos salvó.

Entonces, cuando ya no podíamos más, yo conseguí un buen trabajo. Un trabajo magnífico, si se me permite. ¿La suerte de un Hobbit? Puede ser. Trabajé como un bestia, me pagaban bien, y en apenas año y medio limpiamos nuestras deudas. Pero entonces fue mi Elfa la que se quedó sin trabajo. Ella empezó a buscar trabajo como tantos otros en Hobbiton. Creedme: está sobrecualificada para casi cualquier trabajo. Y no encontró nada. Ni siquiera la llamaban. Y antes de que la cosa se complicase mucho (pues necesitábamos de dos trabajos para pagar la hipoteca y sobrevivir) tomamos una decisión: nos juramos que no nos volvería a pasar lo mismo que nos había ocurrido antes.

Y fue entonces cuando me propusieron ir a trabajar a Bree. Hay una empresa con sede allende el Belegaer que tiene una "sucursal" en Bree que me ofreció el trabajo soñado. Y parece que en Bree, aunque tuvieron también su ración de crisis, ya están saliendo del hoyo en el que otros nos metieron. Así que vimos la oportunidad y la aprovechamos.

Esa es la razón por la que no he escrito en casi un año (entre unas cosas y otras). Ya llevamos aquí un buen tiempo, y lo cierto es que Bree nos gusta. Estamos bastante solos, y el tiempo no es tan bueno como en Hobbiton, pero aún así en una próxima entrada espero contaros por qué no tenemos ninguna gana de volver. Mi Elfa aún no ha encontrado trabajo, pero todo se andará. O no, y tendremos que liar el petate e irnos a otro lado. Pero hay algo que tenemos claro: No volveremos a pasar por lo mismo.