jueves, 10 de octubre de 2013

Nadando en la mediocridad

Pese a lo que os he podido contar, me considero un hobbit realmente afortunado. Sí, en ocasiones me ha rondado la mala suerte. Qué diablos, en ocasiones cualquiera me hubiera considerado gafe, un cenizo. Pero viendo las cosas en perspectiva, creo que he tenido mucha suerte. Una de las cosas que me hacen pensar así es haber sobrevivido a la convivencia con la mediocridad.

Recuerdo no una, sino varias ocasiones en las que un jefecillo sale del despacho de su jefazo, pálido como el culo de un Nazgûl, tras la revisión de objetivos. Si pudiéramos leer la mente del jefecillo, o mejor dicho, su subconsciente, diría algo como: "Tenemos que conseguir terminar el proyecto. Nos falta gente. ¿A quién puedo incorporar a mi equipo que cumpla los principales requisitos? A ver, los requisitos pueden ser:

A) Alguien que haga bien el trabajo, un profesional con verdadera experiencia que sepa lo que se hace y con quien trabajar sea algo enriquecedor.
B) Alguien que NO haga bien el trabajo, no sea que me quite el puesto. Y que cobre poco, claro.

En lo que tarda un dragón en asarse un pollo, la decisión está tomada. ¿Alguien recuerda cuál era la opción A? El jefecillo no, desde luego.

Y claro, se termina contratando a un fotocopiador para que haga el trabajo de un arquitecto. El proyecto sale adelante con el esfuerzo de todos, pero sale como sale. La empresa no consigue exactamente el objetivo deseado, pero lo disfraza. Se saca una subvención, se engaña a un cliente, y tiramos p'alante. El fotocopiador se hace un hueco en el corazoncito de todos y, cuando la caga, ¿cómo vas a echarle? Nada, nada, contratemos a alguien más... pero que no sea muy bueno, para que no destaque entre los demás y no suponga un peligro al jefecillo.

Esto es lo que quiero decir con "convivir con la mediocridad". Ese espíritu está muy arraigado entre los Hobbits, y así nos va. Cuando de pronto alguien destaca por hacer algo bien (y no hablo sólo de trabajo), despierta envidias (sí, aunque sea inconsciente) y sus compañeros, en lugar de intentar aprender de él, le putean, le dan de lado y terminan poniéndolo a parir en comidilla, porque "tan bueno no es, que ahí está intentando terminar eso y no es capaz", dice el fotocopiador a los demás cotillas mientras saborea el café junto a la máquina en sus "legítimos 10 minutos de descanso" que duran media mañana.

Cuando la empresa del Señó Arquitesto quebró, tuve mucha, mucha suerte de caer en uno de los pocos sitios de Hobbiton donde la mediocridad no abundaba. No es la típica empresa Hobbítica, todo sea dicho. Curiosamente, si dejas a los currantes que seleccionen directamente a los que van a ser sus compañeros, se esfuerzan mucho por conseguir distinguir al fotocopiador de un verdadero profesional. Porque van a tener que currar con él. Entrar en esa empresa como currante es tremendamente difícil, pero reconozco que no pudo ser más satisfactorio.

 Pero aún así, fui testigo de cómo la mediocridad se hacía fuerte en algunas áreas, principalmente en la de "project management". Ver cómo quienes tienen que tomar las decisiones no quieren que los demás les hagan sombra, cómo se destruyen unos a otros y despiden directamente a gente increíblemente válida que quería trabajar con ellos, por miedo a que destaquen, en lugar de aceptarlos y trabajar con ellos para hacer mejor el conjunto, es algo descorazonador.

No me fui de la empresa sólo por eso, pero fue una de las razones. Ver cómo la empresa Hobbítica-que-no-es-Hobbítica que unos años atrás había plantado cara a un gigante, se hunde cada vez más en base a decisiones absurdas tomadas por gente incompetente que quiere trabajar sólo con gente más incompetente que ellos es algo de lo que no quiero formar parte.

Tengo suerte, mucha suerte. En Bree ahora estoy en una empresa donde el valor intrínseco de cada hobbit currito, de cada jefecillo, de cada jefazo, es incalculable. Es increíble ver cómo todos quieren rodearse de gente válida, que sepa hacer bien su trabajo. Es bestial ver cómo, cuando alguien destaca, todos quieren aprender de él. Yo ahora me siento muy, muy hobbit, muy pequeño comparado con quienes me rodean (hay chavales a los que casi doblo la edad y que ya son mejores de lo que yo seré nunca). Pero poco a poco voy aprendiendo de ellos, y disfruto trabajando aunque el trabajo en ocasiones me sobrepase y me desespere. Porque el trabajo aquí te sobrepasa, pero todos intentan sacarlo adelante (¡sin buscar culpables cuando algo falla! ¿Lo podéis creer?) y saben que la única forma de hacerlo es echándose una mano.

Y recuerdo lo mediocres que somos allá en Hobbiton. Y recuerdo cómo la mediocridad sube y sube, llegando hasta lo más alto. Y leo las noticias que aquí se tienen de Hobbiton y de su alcalde Rajoyum y los cretinos que le rodean, dándoselas de expertos y sin tener ni la más remota idea de cómo hacer su trabajo, o el trabajo que se supone que deberían estar haciendo. Y escucho cómo estos mediocres defienden a los delincuentes, ya que ellos no les harán sombra ni les querrán quitar sus puestos, y aplastan a la gente que realmente podría hacer algo.

Porque, ¿cómo se puede entender que, en un partido político, se defienda la idea de que cualquiera pueda ser concejal de... no sé, de agricultura, si no se conoce el mundo del campo, y que el concejal de turno necesite rodearse de consejeros? Pagados con dinero público, claro (aunque también ocurre en la empresa privada, preferentemente en los cargos de "Consejero", utilizado como eufemismo barato), la mayor parte enchufados, por supuesto, pero alguno que realmente conoce el cotarro... y al que terminarán pisando, por si se le ocurre ascender. ¿Os imagináis presentaros a un trabajo de... no sé, de electricista, y decir en la entrevista "no, si yo no he visto un cable en mi vida, pero me pagáis el sueldo y contratamos a dos consejeros/ayudantes, uno que es mi primo y otro que sea un estudiante de FP que sepa hacer el trabajo"? A mí me resulta ridículo, pero estamos permitiendo que esos mediocres copen los cargos públicos y los cargos de mayor responsabilidad en bancos, energéticas, etc. ¿Que cómo lo estamos permitiendo? Votando a los de siempre, a los que están alimentando esa mediocridad, hobbits míos. Nadie más les ha votado que nosotros. Y mientras sigamos con este criterio, seguiremos alimentando la mediocridad.

Y me da pena. Y miedo. Miedo de que el próximo reemplazo para estos Mediocres (con "M" mayúscula, lo habréis notado) que dirigen Hobbiton sean otros aún más Mediocres (no sé si ponerlo ya en negrita...), pues es lo único que los hobbits ven a su alrededor, y es lo único que los hobbits conocen. La mediocridad está en todas partes y es fácil ser absorbido por ella. Tan fácil que se puede ver desde la empresa más cutre hasta la cima del gobierno de Hobbiton. Y mientras no la eliminemos de nuestro día a día, mientras sigamos pensando que es más rápido y seguro "trepar" que hacer bien tu trabajo y aprender de quien sabe, seguiremos nadando en esa mediocridad que ya nos ha ahogado, y que nos impide salir a flote.

Yo tengo suerte, lo repito. Pero otros no la necesitan, porque tienen el mundo mediocre hecho a su medida. Yo tengo claro que no quiero a ninguno de ellos tomando decisiones, porque no saben, nunca han sabido. Y si no cambiamos nada, nunca sabrán.

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