jueves, 21 de julio de 2005

Querido conductor


Recién llegado de mis breves vacaciones, quiero dedicarte a ti, querido conductor de las carreteras de La Comarca, esta reflexión.

A ti, conductor que sabes que conducir y respetar son dos palabras que no tienen nada que ver, quiero dedicarte esta reflexión. Porque tú sabes que conducir significa "esquivar" a los demás coches, mientras aprietas a fondo el pedal del acelerador, mientras pones tu música a toda hostia y sacas un dedo medio cuando alguien intenta decirte lo equivocado que estás, incluso cuando entras en una calle de dirección prohibida.

A ti, conductor, que has hecho de tu coche lo más importante de tu vida. Me alegro de que, por fin, hayas encontrado algo por lo que te merezca la pena vivir. Porque tu vida es una mierda, y los dos lo sabemos, ya que no la respetas. No respetas ni la tuya ni la de quien llevas al lado (cuando llevas a alguien como copiloto, porque la mayoría de las veces estás solo, como siempre has estado), ni mucho menos la de los demás. ¿Te acuerdas? Eras un fracasado, un necio, un pobre hombre, un amargado de la vida. Tu vecino no te pedía ni la sal, y tú ni le devolvías el saludo.

Pero ahora, conductor, tienes un coche. Tuviste un Golf. Ahora tienes un Audi, un Mercedes, o un BMW (o un esperpento víctima del tonting, perdón, tuning). Aunque sigues sin dinero, y has tenido que ampliar una hipoteca que te tiene totalmente ahogado, tú sonríes porque tienes un coche. No importa tu insípida vida. No importa que lo más importante para ti sea llegar antes que los demás. No importa que tu trabajo sea una bazofia: Lo importante es adelantar a todos, porque tú tienes más prisa que nadie, porque tú corres más que nadie. Cuando llegues al trabajo, tal vez durante un segundo, te des cuenta de que has hecho el ridículo, una vez más, "picándote" con ese otro gilipollas al volante, porque lo único que has conseguido es llegar un minuto antes a tu trabajo (lo que no significará que puedas salir antes, ni siquiera ese minuto). Un trabajo que no te gusta ni te satisface, a pesar de que dices que eres el único que trabajas en tu oficina, sacando fotocopias y diciendo que eres arquitecto.

A ti, querido conductor, quiero dedicarte esta reflexión. No espero que reflexiones tú, ni pretendo hacerte cambiar de parecer. Después de mis vacaciones, después de haberte visto por las carreteras presumiendo de esos cuatro hierros con ruedas que son lo mejor que hay en tu vida, sin darte cuenta que no eres nada sin ellos, después de haber vuelto al trabajo y haberte visto de nuevo poniéndonos en peligro al colarte a toda hostia en la entrada del puente del Brandivino, después de ver cómo eres... quiero decirte una cosa:

Ojalá te mates. Ojalá mueras en la carretera, tú solo, sin nadie más implicado. Y ojalá no mueras instantáneamente. Espero que agonices un rato, y espero que te des cuenta que esto que estoy diciendo lo hago porque sé que tú no respetas mi vida, y que por tanto yo no respeto la tuya. Sé que estoy siendo cruel, pero no lo soy menos que tú. Yo lo digo, pero tú lo haces realidad a diario. No debería desearte ningún mal, pero no quiero ser cínico. Lo que quiero es poder salir a las carreteras y estar tranquilo, pero por tu maldita culpa no puede ser. Si la única forma que hay de estar tranquilo en las carreteras es que te mates, pues eso es lo que deseo. Y si hay otra solución, creo que tampoco está en mi mano, aunque tal vez sí lo está en la tuya. Y eso me jode, porque ni siquiera te lo vas a plantear.

Así pues, si no te vas a plantear el cambiar de actitud, si vas a seguir jugándote tu vida y la mía, quiero que lo sepas: Cuando estés en la cuneta, agonizando con esos hierros que tanto amas convertidos en tu trampa mortal, lamentaré la pérdida de una vida humana por lo que pudo ser, pero me alegraré por todas las vidas que se salvarán, ya que habrá un gilipollas menos al volante.

Y hoy espero encontrarme con toda esa gente que te ha sobrevivido. Y espero que no haya nadie a quien no vuelva a ver, o de quien no vuelva a saber, por culpa tuya. Porque hay gente cuya vida merece más la pena que la tuya, querido conductor. Porque hay gente que valora más la vida que tú, y la disfruta más.

A ti, querido conductor.

lunes, 18 de julio de 2005

Crímenes en nuestro tiempo


Música: Isengard Unleashed, de Howard Shore. Si tenéis la oportunidad, escuchadla ahora.

    Llegó la tarde y el sol que descendía en el oeste hacia las montañas lanzó unos largos rayos amarillos entre las grietas y fisuras de las nubes. De pronto cayeron en la cuenta de que todo estaba muy tranquilo; el bosque entero esperaba en un atento silencio. Por supuesto, las voces de los Ents habían callado. ¿Qué significaba esto? Bregalad, erguido y tenso, miraba al norte hacia el Valle Emboscado.

Tala de árboles en el Paseo de Rosa Coto, en Hobbiton. Ayer, docenas de vecinos del barrio intentaron protestar, defender a los árboles que han crecido durante treinta años. Pero estos árboles estaban condenados, como si estuvieran en el mundo de la "Fuga de Logan" en versión arborícola. Lo más terrible de todo, como siempre, el factor humano y la manipulación de TeleHobbiton: Los vecinos aparecen como unos locos enajenados, gritando, peleando con la policía, y sin declarar nada a la cámara (claro, seguro que ninguno de ellos tenía nada que decir, ¿verdad?). Y mientras, el jefecillo de la "obra" (yo creía que "obra" era sinónimo de construcción, no de destrucción) aparece trajeado, muy serio y convencido, diciendo que el barrio se quedará mejor incluso que como estaba, con los mismos árboles. Pero esos árboles no están siendo trasplantados: Están siendo talados, asesinados. Así que se plantarán nuevos árboles, ¿verdad? Eeeeh, Ciñatiesa. ¡Aaah!

¿Cuánto tiempo hace falta para que crezca un árbol? ¿Lo vas a ver tú, jefecillo que sale en la tele, todo replantado y crecidito? ¿O vas a ver un maldito desierto de asfalto con arbustos hasta que tengas 80 años? ¿Eres tan tonto que te has creído tu propia mentira, o tan iluso que se la has creído a quienes te "guían"? Yo te diré lo que has hecho: Has dejado el barrio sin árboles, sin sombra, para los próximos 20 años. Eso es lo que has hecho.

"Los árboles están enfermos", se llegó a decir como excusa. No, los que están enfermos son quienes han ordenado matarlos. Y enfermos crecerán los niños que jugarán al sol, viendo esos tristes arbustos enanos que crecen demasiado despacio en este mundo alocado.

    En seguida y con un estruendo llegó un grito resonante: ¡Rahumrah! Los árboles se estremecieron y se inclinaron como si los hubiera atacado un huracán. Hubo otra pausa y luego se oyó una música de marcha, como de solemnes tambores, y por encima de los redobles y los golpes se elevaron unas voces que cantaban altas y fuertes.
    Venimos, venimos, con un redoble de tambor: ¡ta-runda runda runda rom!
    Los Ents venían y el canto se elevaba cada vez más cerca y más sonoro.
    Venimos, venimos con cuernos y tambores: ¡ta-rûna rûna rûna rom!

Incendio en la Cuaderna del Este. 11 muertos, dicen las noticias, y 13.000 hectáreas de bosque arrasado. ¿Por qué los árboles se miden por hectáreas? ¿Por qué no se dice "11 metros cuadrados de personas y 13.000 hectáreas de árboles murieron a causa del incendio"? Nos matamos y los matamos por nuestra propia imbecilidad, nuestro estúpido orgullo.

"Tranquilos, yo sé hacer fuego, y todos comeremos carne a la brasa", y posiblemente mientras dice esto, mira a su alrededor, y no ve vida, sólo leña. Ingoramos la cantidad de vida que nos rodea, porque sólo nos importa nuestra propia vida. ¿Por qué, si no, íbamos a conducir como lo hacemos, enfrentarnos entre nosotros como lo hacemos, invadir como lo hacemos? Si no nos preocupa la vida de los demás, ¿cómo vamos a prestar alguna atención a la vida de un árbol? Si sólo nos preocupa nuestra propia vida, no nos importará mentir para salvarla, por muchos crímenes que hayamos cometido, ¿verdad?

    Bregalad, los ojos brillantes, se metió de un salto en la fila junto a Bárbol. El viejo Ent tomó de vuelta a los hobbits y se los puso otra vez sobre los hombros y así ellos cabalgaron orgullosos a la cabeza de la compañía que iba cantando, el corazón palpitante y la frente bien alta. Aunque habían esperado que algo ocurriera al fin, el cambio que se había operado en los Ents les parecía sorprendente, como si ahora se hubiese soltado una avenida de agua, que un dique había contenido mucho tiempo.

Incendios por todas partes, en La Comarca. Un lugar en el que se decía que una ardilla podía recorrerlo sin bajarse de los árboles. Un lugar en el que siempre nos hemos sentido orgullosos de tener abundantes y ricos bosques. Y sigue sin aprobarse una ley que dé sentido común a quienes necesitan de leyes (porque carecen de sentido común). Una ley que impida construir casas donde ha habido un incendio. Una ley que obligue al hombre a reforestar lo que ha destruido.

Cicatrices en los Bosques de Valinor, por una carretera que no ha servido para nada más que para asesinar árboles y personas, y que no lleva a ninguna parte. Más cerca, en La Comarca, se habla de "pirómanos", como si fueran personas enfermas a las que hay que intentar curar y tener compasión. ¿Seguro que son personas enfermas, o son mercenarios a sueldo contratados para matar árboles y así permitir a inmobiliarias y constructoras disponer de más terreno para llenarlo todo de ladrillos y cemento? ¿Qué otra razón puede haber para que esas personas no estén recibiendo la presunta ayuda que debe recibir una persona enferma?

    Pippin miró hacia atrás. El número de los Ents había crecido... ¿o qué ocurría ahora? Donde se extendían las faldas desnudas y oscuras que acababan de cruzar, creyó ver montes de árboles. ¡Pero estaban moviéndose! ¿Era posible que el bosque entero de Fangorn hubiese despertado y que ahora marchase por encima de las colinas hacia la guerra? Se frotó los ojos preguntándose si no lo habrían engañado el sueño o las sombras; pero las grandes formas grises continuaban avanzando firmemente.

A veces espero que los sueños se hagan realidad. A veces espero que nuestros propios sueños nos den una lección. Yo comparto este sueño con quien supo escribirlo. Para mí, matar un árbol también es un crimen, y la eliminación de un bosque, un suicidio (nuestro suicidio).

    ¡A Isengard! Aunque Isengard esté clausurado con puertas de piedra;
    Aunque Isengard sea fuerte y dura, fría como la piedra y desnuda como el hueso.
    Partimos, partimos, partimos a la guerra, a romper la piedra y derribar la puerta;
    pues el tronco y la rama están ardiendo ahora, el horno ruge; ¡partimos a la guerra!
    Al país de las tinieblas con paso de destino, con redoble de tambor, marchamos, marchamos.
    ¡A Isengard marchamos con el destino!
    ¡Marchamos con el destino, con el destino marchamos!

Sólo espero que se cumpla el sueño. Nos lo merecemos.

jueves, 14 de julio de 2005

Fama y éxito


No hace mucho, leía una entrevista a Mark Knopfler, en la que decía lo siguiente:

"Hoy en día hay mucha gente que acude a la televisión en busca de fama, y parece que el único objetivo de los jóvenes es hacerse famosos. Mucha gente confunde la fama con el éxito. El éxito se lo recomiendo a todo el mundo, pero la fama se convierte en un subproducto del éxito."

Por supuesto, Mark Knopfler se refería al mundo de la música, que recientemente está siendo víctima de esta confusión entre fama y éxito que nos inunda en tantos y tantos aspectos y materias.

No voy a cuestionar a Mark Knopfler (pues tiene más razón que un Gandalf), pero sí querría aclarar que, según lo veo yo, el éxito es algo positivo, como una bombilla que se puede encender o apagar, mientras que la fama es una moneda con dos caras. Una bombilla encendida da luz y está bien. Pero si está apagada, no está mal. Uno puede echar de menos su luz, pero nunca es algo malo. A veces hay que cambiar de bombilla, pero uno siempre tendrá (si así lo quiere) el recuerdo de esa luz que a uno le alegró el corazón en su momento.

La moneda de la fama es fácil de conseguir, incluso sin la bombilla del éxito. Quien quiere tener fama sin éxito, tirará su moneda y gritará "¡ha salido cara!" continuamente, aunque salga cruz casi siempre (posiblemente porque, cegado al no tener luz, no ve si realmente ha salido cara o cruz).

Al igual que toda bombilla cuesta una moneda, todo el que tiene éxito ha de contar con su propia fama. Y la fama siempre es buena y mala a la vez. Cuando consigues encender tu moneda, tu entorno te obliga a lanzar tu moneda una y otra vez. Y aunque casi siempre salga cara, tarde o temprano sale una cruz. Convencerse del propio éxito es difícil, pero más difícil aún es aprender a prescindir de esa maldita moneda.

Confieso que he omitido el final de la declaración de Mark Knopfler, pero sólo era para continuar esta pequeña gualtrapería con otra reflexión. Concluía Knopfler en este comentario con lo siguiente:

"Frente a eso siempre quedará gente muy creativa que llegue al fondo de las raíces musicales."

Creatividad, fama y éxito son tres conceptos muy unidos, pero también muy reñidos. Me maravillo de quienes, convencidos de su éxito, dejan de lado la efímera fama, y se centran en su creatividad, que es la energía que enciende su bombilla. Hoy he visto en una web que visito a diario (por eso la tengo en mis enlaces de Más Allá de La Comarca) que duda de su éxito, pues la moneda de la fama está devolviéndoles algunas cruces. Me gustaría decirles desde mi humilde agujero hobbit que se olviden de esa moneda azarosa.

La creatividad de la que han hecho gala ha encendido su bombilla. Procurad que no se apague, y aprended a distinguir las opiniones de verdad de los simples lanzamientos de una moneda. Pues hay opiniones que sólo se deben a eso, al azar, y se repiten invariablemente. Pues algunas caras y algunas cruces se deben a quienes carecen de creatividad, y quieren ayudarse de tu bombilla para encontrar en la oscuridad su propia moneda, sin darse cuenta de que eso es lo que menos importa.

Con los mejores deseos de un hobbit.

miércoles, 29 de junio de 2005

Que paren el mundo, que me bajo


Hoy es uno de esos días en los que sería mejor no leer el periódico. Incluso, es uno de esos días en los que es mejor ni salir a la calle, ni casi levantarse de la cama. Con el desayuno, ha llegado el periódico... y se me ha caído el alma a mis pobres pies peludos. Y no, no es por las "grandes noticias" (que de éstas, todas son malas) sino por las pequeñas. Las pequeñas noticias no suelen ser malas, pero hoy...

---------------- Noticia número 1 ------------------------------------

Las subvenciones a ONGs se recortan este año en Hobbiton, porque la Comunidad de Hobbiton se ha gastado el dinero al intentar organizar las olimpiadas del 2012.

"Casualmente", los anuncios del dinero que se da como subvención a las distintas ONGs, se hicieron públicos al día siguiente de conocerse la noticia de que, finalmente, será Bree la encargada de organizar las olimpiadas del año 2012. Y "casualmente" también, las subvenciones de este año con respecto a otros se han convertido en una cantidad simbólica. Es decir, que el dinero destinado a las ONGs (que se supone que intentan ayudar a quienes tienen problemas) se ha reducido drásticamente por intentar conseguir unas olimpiadas que, finalmente, no se celebrarán. ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? ¿Habrá dinero al menos para terminar las obras que están dejando Hobbiton llena de grúas, agujeros (no "agujeros-hobbit", sino agujeros de verdad) y demás?

---------------- Noticia número 2 ------------------------------------

Las cigüeñas están emigrando... en pleno mes de julio.

Esta vez, la culpable es la sequía. Lo sencillo ahora es culpar al tiempo, porque se supone que vamos a padecer la peor sequía desde el 1947. Pero, ¿seguro que sólo es culpa del mal tiempo? Las cigüeñas emigran si no hay agua que beber. Pero en algunos pueblos de la periferia de Hobbiton he visto que se riegan diariamente las medianas de las calles, de apenas 50 cm de ancho, para mantener verde el césped. La mayoría de ese agua cae a la carretera, y se pierde. Todos los días se leen en los diarios cartas de lectores que protestan porque ven dónde se está desperdiciando el agua. Seguro que, dentro de unas semanas, la culpa la tendremos los consumidores que nos queremos lavar la cara y los pies a diario, porque "malgastamos" el agua.

Ayer vi pasar 3 bandadas de cigüeñas, en formación de "V". Iban hacia el norte. Espero que tengáis más suerte allí.

---------------- Noticia número 3 --------------------------------------

Ésta me ha llegado por e-mail, y prefiero reproducirla tal y como viene:

Fans o comunidades

Con motivo de las películas de El Señor de los Anillos dirigidas por Peter Jackson, a partir del año 1999 aparecieron numerosas páginas web de fans y comunidades. En un principio, las pocas comunidades que se organizaron tenían buenas relaciones, pero más adelante, las nuevas webs que aparecían parecían querer "competir" por acaparar el mayor número de fans posible, aún a costa del resto de páginas webs.

Buena prueba de ello es lo ocurrido en esta misma biografía de J.R.R. Tolkien de la Wikipedia. Si nos fijamos en el historial, veremos que en este apartado de Fans y Comunidades se han ido incluyendo varias páginas web dedicadas a la obra del autor. Pero si observamos el historial de cambios, en días como el 5 de febrero de 2005 (en la que la web elanillodepoder pasa a ocupar el primer lugar, cuando ya estaba listada), o el cambio del día 27 de junio de 2005 (en el que, la persona que añadió un enlace a "El Poney Pisador", añadió también la apostilla "Sobre las películas" a la web "Elfenomeno.com", a la cual ridiculizan desde sus contenidos y foros desde hace años, pese a que ésta última web se dedica a toda la obra de Tolkien, e incluso se ha publicado un libro con parte de sus contenidos), veremos que se está utilizando incluso la Wikipedia para crear una confrontación que las primeras webs que se añadieron a este apartado de "Fans y comunidades" no habían creado.

El último cambio, el del día 3 de julio de 2005, ha sido el definitivo. La web elanillodepoder borró al resto de sus "competidoras", dejándose en la Wikipedia como "única comunidad de Tolkien".

J.R.R. Tolkien defiende muchos y muy buenos valores en su obra: la amistad, el amor, la lealtad, la defensa de la naturaleza, la libertad... Nada de todo eso es lo que ha tenido lugar aquí, salvo el mal uso de una libertad, convertida en libertinaje. Esperemos que la misma libertad que permite que esta Wikipedia siga funcionando, acabe con este mal uso de la misma.

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Y mientras algunos se preocupan de gilipolleces como la que se describe en esta última noticia (¿de qué sirve borrar enlaces en la Wikipedia, si hay un historial? No creo que sirva ni para ensalzar el ego de nadie), 50 familias en Londres aún no saben si su marido, mujer, hijo o padre están vivos. Los Haradrim no habían terminado, subieron a Bree y han matado a más gente. Otro alcalde gilipollas, otra decisión incorrecta... y esto se precipita hacia un abismo en el que no se ve el fondo. ¿Nadie más lo nota? Permitidme estas preguntas: ¿Qué mundo nos espera? ¿Cuál será el siguiente paso? ¿Cuándo se olvidó el "homo" de que era "sapiens"? ¿Cuán bajo podemos caer aún por nuestro propio ego?

Lo dicho: Hoy es un día para quedarse en la cama, durmiendo. Despertadme cuando todo se haya arreglado, o se haya jodido del todo.

martes, 28 de junio de 2005

Si no sabes de algo, di que es una mierda


La máxima de nuestro tiempo. Por este axioma se rigen no ya las nuevas generaciones, sino prácticamente toda la sociedad. Es algo sencillo de llevar a cabo, y los resultados son espectaculares. Basta con tener un par de buenos insultos, de buenos reproches, o de buenas formas de despreciar algo o a alguien, como para erigirse en crítico reconocido universalmente. O mejor aún: basta con copiar esos comentarios despectivos a otra gente, para ser amigo, confidente y un ejemplo para los demás.

Si no sabes de algo, di que es una mierda.

¿No os lo creéis? Fijáos bien en estos ejemplos:

- El otro día, Gandalf estaba dando una conferencia. Como siempre, sus palabras sonaban sensatas, comprensibles. Los hobbits allí reunidos aplaudían a rabiar. Al terminar (y no antes), ya en la calle, Torrezno Sacovilla (uno de los que había aplaudido) dijo: "El problema de Gandalf es que se cree que lo sabe todo. Me joden mucho los sabihondos. Yo podría haber dicho lo mismo, y cualquiera de vosotros también". Al apelar al amor propio de los demás, se ganó su confianza, respeto, y su título de "más mejor que Gandalf" en esas cuatro frases.

- Sobre un libro: Mucha gente que apenas lee un libro al año, te obsequiarán con comentarios como "¿El Hobbit? ¿Historia de una ida y una vuelta? Vaya mierda de libro, ¡es para críos!", justo después de haber visto que el libro está en las estanterías de la sección de infantil en la biblioteca municipal. Basta con preguntarle: ¿Lo has leído? No, por supuesto que no lo ha leído, pero puede opinar sobre ello.

- Si hablamos de cine, la mayoría de la gente no sabe ni cómo se rueda una película. La mayoría cree que el proceso de montaje y post-producción no existe, y que tampoco existe el de pre-producción. La misma gente que dice cosas como "pero si ya se ha terminado de rodar, ¿por qué no la estrenan ya? Quiero ver esa películaaaa", es luego la que dice: "Pues vaya una mierda. El montaje es una mierda, la música es una mierda, los actores son una mierda..." y después, no tienen más que copiar los comentarios negativos que hace el resto, para tener argumentos durante toda la vida. Resultado: Su opinión es la argumentada (pues han copiado esos argumentos) y la tuya no, porque te niegas a ver la realidad.

Pero sólo pueden opinar negativamente. ¿Por qué? Porque es más fácil, y porque es mucho más difícil descubrir el engaño. Si alguien está hablando bien de algo o de alguien, es fácil saber si miente. Pronto queda al descubierto si se inventa algo, porque debe seguir dando argumentos. Pero los comentarios despectivos se auto-justifican a sí mismos. Basta con un "bah, no sabes discutir" para terminar con una discusión, pero sólo si estás criticando algo (negativamente, se entiende). Si estás defendiendo algo, el "bah" no funciona.

La Tierra Media internetera se ha convertido en un gran campo de batalla, en el que sólo salen victoriosos quienes ponen a parir algo. Entrad en cualquier foro de cualquier tema posible: Política, ocio, fútbol, religión... Ya puede haber un Gandalf dando su opinión defendiendo algo, que en cuanto lleguen un buen par de orcos diciendo "bah, es una mierda", Gandalf tiene la partida perdida. Pues si intenta rebatir su opinión, otros muchos se unirán a los orcos, diciendo lo mismo, repitiendo lo mismo, hasta que Gandalf se agote.

Aunque... ¿y si Gandalf hiciera lo mismo? ¿Y si Gandalf escribiera su opinión y sus argumentos, pero no para rebatir, sino para expresar su opinión? ¿Y si Gandalf no contestara nada más que "bah, es genial, digáis lo que digáis"? ¿Se perdería el debate, o sólo los enfrentamientos? ¿Se descubriría quién sabe de algo y quién no?

Por mi parte, tengo el serio problema de no saber ya cuándo alguien critica algo porque sabe de ello, o porque no tiene ni idea y quiere aparentar que sí. Las apariencias son algo esencial en estos tiempos. Veo muchos hobbits que se deben únicamente a sus apariencias. Y cuando no saben de algo, en lugar de callar y aprender, repiten como loros esas fáciles críticas que ni comprenden ni quieren comprender.

No soy sociólogo, sólo soy un hobbit. Así que supongo que, lo único que puedo decir, es que la sociedad es una mierda. ¿Es así? ¿Lo he hecho bien? ¿O ha sonado tan ridículo como me lo ha parecido?

Porque a mí me ha sonado tan ridículo como si lo hubiera dicho un loro repetidor. Prrr, prrr, es una mierrrda, prrr.

Y que conste que sé perfectamente que, muchas de mis críticas, son negativas. Es una mierrrda, prrrrr.

lunes, 20 de junio de 2005

What if...? What the...?


¿Qué hubiera pasado si...? ¿Qué diablos pasaría si...? ¿Qué mierda es eso de que no puedo...?

Si me dieran un euro por cada vez que me he planteado cualquiera de las tres anteriores preguntas, rellenando los puntos suspensivos con casi cualquier cosa, hoy no sería millonario (de euros). ¿Por qué? Porque con tanto dinero, creo que no me plantearía preguntas tan tontas como "¿Qué hubiera pasado si no tuviera todo este dinero?" Y claro, si no me plantease esas preguntas, no ganaría ese euro... y volvería al principio. Es uno de esos casos de paradoja espacio-temporal que harían reventar mi cerebro si les dedicara algo más de tiempo.

Dejando aparte estas grotescas divagaciones (posiblemente producto de que, una semana más, no me ha tocado la lotería y tengo que seguir viniendo al curro), debo decir que he descubierto que esas preguntas son una trampa. Una trampa terrible para cualquiera de nosotros y nuestra conciencia. Porque esas preguntas se plantean en un momento incorrecto:

1.- En un momento de tu vida, motivado por tu situación y entorno actual, haces algo. Tomas una decisión y actúas.
2.- Fruto de esa acción, tu situación y entorno actual cambian (de golpe o poco a poco, pero al final el cambio es casi radical).
3.- Desde ese nuevo entorno, te planteas "¿Qué hubiera pasado si...?"
4.- Obviamente, te respondes con la perspectiva del nuevo entorno actual.

De cara a la galería, la respuesta siempre es la misma: "No cambiaría esto por nada del mundo". "Volvería a hacerlo todo igual desde el principio". Cualquiera que conteste a uno de esos "What if...?", me dirá "No, pero es que yo realmente no cambiaría lo que hice". En resumen: Repetirías los mismos errores una y otra vez, sólo por tozudez, de cara a la galería, ¿verdad?

Pero, ¿qué te respondes realmente a tí mismo? Exponer esta reflexión en abierto es casi imposible. Ni siquiera un hobbit tan sencillo y sincero como un Tuk puede abrir su corazón de esa forma a todo el mundo. A menudo, nos auto-convencemos de que ese "No cambiaría ni una coma de mi historia" es cierto, para evitar buscar la respuesta real, la que nos merecemos, la que deberíamos darnos a nosotros mismos.

¿Y si esa respuesta fuera bien distinta? "Te equivocaste. La jodiste bien jodida. Y si pudieras volver atrás, no lo repetirías, para evitarte el daño a tí mismo y a quienes se lo hiciste". ¿Y si la respuesta, no siempre, pero algunas veces, realmente es esa? Conozco gente que, realmente, sabe que ésta es la verdadera respuesta, pero de cara a la galería siempre da la otra respuesta. ¿Soy yo diferente?

Este fin de semana estuve releyendo viejos e-mails. E-mails de gente que ya tengo olvidada, que quedó atrás. ¿Qué hubiera pasado si hubieran seguido a mi lado? Estoy orgulloso de mi vida, y de ser como soy y quien soy. Pero, ¿sería yo mismo si no hubiera apartado de mi vida a esa gente, y hubiera vivido como he vivido?

¿Estoy realmente en condiciones de juzgarlo (de juzgarme)?

A veces, no puedo evitar pensar que la cagué (y siempre me lo digo para mis adentros, nunca hacia afuera), aunque sé que estoy juzgando desde una perspectiva errónea. Pero hoy soy quien soy, y me alegra serlo. Y si algún día tengo que arriesgarlo todo, como decía Kipling, y volver a levantarme de mis propias cenizas, lo haré.

Esta mañana me he levantado, he mirado al otro lado de mi cama (tal vez, después de todo, sí me ha tocado la lotería), y he sonreído. No me he dado cuenta hasta que he llegado al baño, y he visto en el espejo que seguía sonriendo. Y me ha gustado verme sonreír.

Esta mañana, frente al espejo, me he dicho a mí mismo que no cambiaría ni una coma de mi historia. ¿Es eso cierto? ¿Sería mejor de otra forma? ¿Realmente puedo emitir un veredicto justo sobre mí mismo así, por las buenas? No lo sé, pero esta mañana, es lo que he pensado frente al espejo, yo solo conmigo mismo. Y eso me basta.

lunes, 13 de junio de 2005

Cine y literatura. Patatas y pollo.


Venía yo pensando "¿sobre qué podría escribir hoy?". El fin de semana he pasado un calor terrible (35 grados a la sombra de los árboles son mucho para Hobbiton) y yo creo que se me han quemado las neuronas. He terminado de leer un libro, y había pensado escribir sobre él. ¿Por qué? Porque es un best-seller. Es el libro de moda. Tan de moda está que se va a hacer una película, y actuarán Tom Bombadil Hanks, la hobbit de Amelie, Gandalf y el Doctor Octopus. Casi ná. En efecto, estoy hablando de El Código Da Vinci.

Pero a medida que iba pensando qué decir, se me van pasando las ganas. Había pensado hablar de este nuevo género literario (del que este libro no es ni siquiera el pionero) que está empezando a triunfar contra todo pronóstico, pero no tengo muchas ganas tampoco. Tan sólo comentaré que un amigo mío lo llama "la novela histórico-inventada", haciendo un juego de palabras que no entiendo muy bien (algo de que mezcla la historia real con invenciones para dar una novela). Escribir una novela como ésta no sé si será fácil o difícil. No debe ser tan fácil, o todo el mundo lo haría, pero su (dudosa) calidad literaria me hace pensar lo contrario. Es una novela sencillísima de leer, entretenida y, si no hubiera sido por el revuelo que ha causado en la "iglesia", ni me habría fijado en ella. Pero esto último me dejó una sensación del tipo "El Informe Pelícano" que me animó a leerla.

La he leído. Está entretenida... Y se acabó. No hay más.

Este nuevo género es extraño. Es de consumo rápido, la gente habla de ello, pero dentro de unos años no se acordará nadie de ella. Son novelas preparadas para llevarse al cine, a "ese" cine de consumo rápido y aún más rápido olvido que nos invade. Me parece que nos está tocando vivir una época extraña. Películas maravillosas e imaginativas pasan desapercibidas, condenadas a ser idolatradas por los pocos afortunados que consiguen bajárselas de internet, mientras que auténticos bodrios infumables llenan las multisalas de cines con sistemas de sonido alucinantes y calidad de imagen casi perfecta.

El otro día fui a los "mejores cines de toda La Comarca": Los Kinépolis. Se llaman "los mejores" por la calidad de su imagen y su sonido. Uno espera que en esos cines se exhiban las mejores películas. Uno esperaría que allí se pueda disfrutar del mejor cine. Entonces, ¿qué diablos hace una película titulada "Soñando, soñando, triunfé patinando" en la cartelera de los "mejores cines", mientras que películas como el reestreno de "Alien" fueron despreciadas por estos mismos "mejores cines". "Problemas con la distribuidora", fue la razón que nos dieron hace poco más de un año, para justificar que la mejor película de Ridley Scott, en su maravilloso reestreno, y que los propios Kinépolis habían anunciado una y mil veces (y cuyo trailer seguían poniendo, tal vez por descuido, justo en aquel momento, en las pantallas que hay al lado de las taquillas), no fuera exhibida. Una película por la que no pasa el tiempo, que igualmente sorprende hoy que hace muchos años (muchos años, sí), condenada por intereses económicos. Así se mueve todo ahora.

Con la literatura está pasando lo mismo. Se venden libros de consumo rápido, y de rápido olvido. No hablo de aquellos libros de "Los Cinco", "Los Hollister" y algunos otros de rápido consumo juvenil que muchos leímos hace años. Porque yo sí me acuerdo de aquellos libros, pero estoy seguro que no recordaré el argumento de "El Código Da Vinci" dentro de unos pocos años, tal vez incluso meses.

La literatura y el cine se están llenando de este consumo rápido. Ya no es un divertimento, un elemento de ocio. Son patatas y pollo, productos de consumo habitual. Las patatas y el pollo han perdido todo su sabor. Ya no saben a nada. Se "hacen" patatas y pollos a toda velocidad, para ser consumidos por miles y miles de personas a diario. Y como hay que hacerlos tan deprisa, se les hace crecer a base de "efectos especiales" que les dan la forma de una patata y un pollo, pero que después no saben a nada.

Recuerdo cuánto se habló de Matrix, cuántas especulaciones, cuántas historias creaban los nuevos fans de esta saga. Y recuerdo su final: vacío, sin sabor. ¿Alguien ha vuelto a ver la primera película de esta "saga"? ¿Tiene sentido ahora que sabemos "toda la verdad" sobre Matrix? ¿O ha perdido todo su sabor? ¿Y cómo es que películas como "Dark City" o "Nivel 13" pasaron desapercibidas para el "gran público"? La temática es parecida (muy parecida, demasiado tal vez), y son más redondas, más perfectas... pero la gente ha olvidado el sabor del buen cine, y prefiere el consumo de una patata con forma perfecta, perfectamente limpia, a tener que limpiar la tierra de una patata realmente extraída de la tierra, y con verdadero sabor a patata.

Me he animado a hablar de cine y literatura, porque he visto una especie de encuesta entre algunos blogs que visito frecuentemente (algunos están enlazados aquí a la izquierda). Y necesitaba explicar de antemano algunas de mis próximas respuestas... Y además, me gusta explayarme un poco :-)

Número de pelis: No lo sé. Tal vez 400 ó 500. Originales tengo más de 100. Y sin embargo, sólo hay un puñado de 30 ó 40 que revisito frecuentemente. Y de éstas... creo que ni siquiera 10 son de los últimos 10 años.

Última comprada: L.A. Confidential. Una de esas películas para rescatar de los últimos años.

Última que vi: Episodio III de Star Wars en el cine (3 veces, y algunas más caerán). En casa, La Reina de África (una de cal, qué maravilla) y Daredevil (y otra de arena, aunque no me disgustó).

Próxima que voy a ver: En el cine, Batman Begins seguramente, y La Guerra de los Mundos (y espero no tener que olvidarlas... aunque me temo lo peor). En casa, no lo sé. Tengo ganas de volver a ver El Viaje de Chihiro.

Cinco pelis con significado especial: Star Wars (la trilogía clásica, y puede que el Episodio III entre a formar parte para mí de esta saga, dejando de lado los dos primeros, que no tienen "sabor"). El Señor de los Anillos (nunca olvidaré esos 4 años y pico). Fantasía (lo mejor que nunca ha hecho Disney, aunque no es "cine" en el sentido puro de la palabra... y tal vez por eso). El Golpe (todo un ejemplo de cómo hacer buen cine, y tal vez mi película favorita). Con la Muerte en los Talones (por decir una de Hitchcock, aunque podría valer casi cualquier otra).

Cinco víctimas más: Casi cualquiera de mis amigos, aunque serían más de 5.

No lo niego: Soy un consumidor de cine. Un "cinéfago". Y de cine norteamericano sobre todo, porque en La Comarca se hace tan poco cine que me guste... ¿Dónde están ahora los alumnos de quienes hicieron "Bienvenido Mr. Marshall", "El Crack" o incluso "Amanece, que no es poco"? ¿Por qué ya no se busca el "sabor", sino el "consumo"? Si haces películas con el sólo objetivo de llenar la taquilla, entonces es posible que sólo consigas eso. ¿Es que nadie hace ya películas para llenar el corazón y el recuerdo del espectador? ¿Y cómo es que algunas de mis películas favoritas me han llenado el corazón, y además han llenado la taquilla?

Supongo que aún queda esperanza. Me gusta el cine y me gustan los libros, y con eso me basta para disfrutarlos cuando tienen "sabor". Lo malo es que hay que comer mucho pollo con patatas sin sabor, para apreciar cuándo te comes un buen pollo de corral asado con patatas de la huerta.

viernes, 3 de junio de 2005

Fuegos artificiales


Había una vez un hobbit. No era un hobbit especial, pero desde pequeñito supo que quería hacer grandes cosas. Tampoco es que supiera muy bien qué eran esas "grandes cosas", ni siquiera sabía qué significaba bien eso de "grandes cosas", pero sobre ello basó sus objetivos.

Pero ¡ay!, resulta que nuestro hobbit no sabía destacar en lo que más le gustaba. Le gustaba la magia, y por encima de todo, le encantaban los fuegos artificiales. Pero jamás había conseguido hacer nada más que un simple juego de cartas (que todos sus amigos conocían ya de memoria), y sólo sabía fabricar un petardo que le explotaba siempre en las manos, con lo que no podía enseñárselo a nadie. Y el problema era que nuestro hobbit Tiburcio (así se llamaba, aunque todos le llamaban "el Tibu") quería ser alabado y recordado por su trabajo

Un buen día, Gandalf llegó a La Comarca. Venía de visita a ver a su amigo Bilbo. Bilbo y Gandalf eran muy famosos, y aunque criticados, eran queridos y respetados por muchos. Los Sacovilla-Bolsón eran enemigos declarados del viejo Bilbo, pero eso a Bilbo tampoco le importaba demasiado, aunque lo que más fastidiaba al viejo Bilbo era que, al fin y al cabo, los Sacovilla-Bolsón son familia suya, y tienen que trabajar juntos y convivir de cuando en cuando. El Tibu se llevaba bien con todo el mundo, por aquel entonces, tanto con Bilbo como con los Sacovilla-Bolsón. Pero ninguno le concedía especial atención.

Bilbo dio una pequeña fiesta aquel día, con unos enanos que habían venido de visita junto con Gandalf, para recordar viejos tiempos y viejas aventuras, como esa del Dragón Smaug que tantas veces habían contado. El Tibu no tenía gran cosa que hacer, y además, sentía curiosidad, así que estuvo cotilleando toda la noche alrededor de Bolsón Cerrado. Y entonces sucedió: salieron al jardín, y Gandalf preparó un espectáculo de fuegos artificiales como el Tibu jamás había soñado que podrían existir. Luces verdes, rojas, amarillas, se entrelazaban en figuras imposibles. El Tibu casi lloraba de la emoción. Y entonces, cuando todo acabó, oyó cómo Bilbo decía "Muy bonito, Gandalf, como siempre". ¿Como siempre? ¿Aquello no era algo excepcional? El viejo Gandalf sabía hacer fuegos artificiales de verdad, no petardos que explotaban en las manos.

La decisión estaba tomada. El Tibu aprendería de Gandalf.

Pero no fue fácil. Gandalf se mostraba reacio a enseñar a aquel pequeño hobbit a fabricar fuegos artificiales. Pero el Tibu lo tenía claro, y no cejó en su empeño. A todas horas buscaba a Gandalf y escuchaba. Casi nunca aprendía nada, aunque Gandalf hablaba con palabras que dejaban la sensación de estar diciendo mucho más de lo que, realmente, el pobre hobbit comprendía.

Y entonces sucedió. Una noche, Gandalf se quedó hablando con él. Hablaba de los petardos, y explicó que, para que no explotaran en las manos, había que recubrir la mezcla explosiva de un papel especial, y poner una mecha de una longitud de 99 milímetros. También habló de los cohetes de fuegos artificiales, y de cómo mezclar ciertos elementos con la pólvora para que produjesen distintos colores, y de cómo hacer que los cohetes subieran hasta las alturas. Pero el Tibu no entendió nada de esto último. Tan sólo consiguió recordar un dato sobre cómo conseguir una llama rojiza, mezclando polvo de teja con la pólvora. Pero aquello le bastaba. El Tibu no quiso escuchar más y se fue, dejando a Gandalf con la palabra en la boca.

A la tarde siguiente, el Tibu consiguió fabricar su primer paquete de petardos que no le explotaron en las manos. Cada uno tenía una mecha de exactamente 99 milímetros, estaba recubierto de papel especial, y había incluido polvo de teja en la mezcla. Y entonces, llamó a sus amigos los Sacovilla-Bolsón. No llamó a Bilbo ni a Gandalf, porque si fallaba, seguramente Bilbo y Gandalf se reirían de él. Estaba muy equivocado, y seguramente el viejo Gandalf hubiera entonces ayudado al hobbit... pero eso nunca lo supo.

Cuando se hizo de noche, el Tibu y sus amigos fueron a un descampado. Allí encendió la mecha de su primer petardo, y lo arrojó con todas sus fuerzas hacia arriba. El petardo explotó en lo más alto, abriéndose en una campana de distintos tonos rojizos y anaranjados. Los Sacovilla-Bolsón quedaron maravillados. El Tibu lloraba de la emoción cuando lo subieron a hombros, y lo pasearon por toda La Comarca. "¡Viva El Tibu! ¡El gran maestro de los fuegos artificiales!", gritaban. Aquello era todo cuanto el Tibu siempre había soñado. Algunos le preguntaron cómo lo había hecho. Sin saber muy bien por qué, les contestó: "Es mi secreto". Suspiró aliviado cuando le respondieron: "Bueno, no nos importa cómo lo haces. Lo que importa es que tú los has inventado. Los has construido tú solo. Eres un maestro". Ni siquiera lo consideraban un petardo. "¡Son los mejores fuegos artificiales que hemos visto nunca!", le decían. Y tanto insistieron que, finalmente, el Tibu se dejó llevar. Arrojaba su petardo a lo alto, gritando "¡Ahí van mis fuegos artificiales!". Y ¡Bam! el petardo explotaba y se abría en sus destellos rojos y naranjas.

Al pasar frente a Bolsón Cerrado, Gandalf, Bilbo y los Enanos estaban fumando y haciendo anillos de humo a la luz de las estrellas. Los Sacovilla-Bolsón no dejaron pasar la oportunidad. Ante la mirada de cientos de curiosos, pidieron al Tibu que hiciera una nueva demostración, pues pretendían demostrar que el verdadero maestro de los fuegos artificiales era su amigo el Tibu, y no ese mago amigo del loco Bilbo. El Tibu encendió otro petardo y lo arrojó a lo alto. ¡Bam! El petardo explotó, y de nuevo una bonita campana rojiza y anaranjada se abrió ante las cabezas de los atónitos hobbits que aplaudían sin cesar. Bilbo y Gandalf se sonrieron. Gandalf se acercó entonces al Tibu y le preguntó, allí delante de todos:

- Dime, Tiburcio. ¿Cómo has aprendido a fabricar ese petardo? ¿Quién te ha enseñado?
- ¡¡No necesita aprender de nadie!! ¡¡Los ha hecho él solo, viejo loco!! - gritó Lobelia Sacovilla-Bolsón.
- No estaba hablando contigo, Lobelia. Deja que él responda a la pregunta - dijo dulcemente Gandalf.
El Tibu dudó un momento, y finalmente, alzando orgulloso el mentón, contestó:
- Llevo años trabajando, investigando y buscando fórmulas para fabricar fuegos artificiales. Yo no hago petardos, señor Gandalf, sino fuegos artificiales. Y he aprendido yo solo. Los he hecho yo solo.
- Solo seguirás, pues - replicó Gandalf. El mago volvió a donde estaban Bilbo y los Enanos y encendió de nuevo su pipa, mientras los Sacovilla-Bolsón gritaban a todo el mundo para que alabaran al Tibu, el primer maestro de los fuegos artificiales de La Comarca y posiblemente de toda la Tierra Media.

Ahora han pasado tres años desde aquello. Hace unos días, pasé por delante de la casa de los Sacovilla-Bolsón. Estaban celebrando una fiesta, y el viejo Otho gritó: "¡¡Veamos los nuevos fuegos artificiales del Tibu!!". Me picó la curiosidad y me quedé observando. El Tibu extrajo entonces una honda, y en el centro de la honda colocó un petardo mucho más grande que los que yo recordaba. El petardo estaba recubierto del mismo papel especial, y la mecha tenía exactamente 99 milímetros antes de encenderla. La honda giró una, dos, tres, cuatro veces, y el petardo fue arrojado a lo alto. A los 15 metros de altura, el petardo explotó. Una gigantesca campana de tonos rojizos y anaranjados se abrió, cubriendo todo el cielo sobre el jardín de los Sacovilla-Bolsón, quienes empezaron a gritar, entusiasmados:

- ¡¡Bravo!! ¡¡Bravo!!
- ¡Esta vez te has superado, Tibu! ¡Eres el mejor!
- ¡Impresionante! ¡En mi vida habría creído que se podría conseguir nada parecido! ¡Son los mejores fuegos artificiales de la historia!
- Es magia. Me he sentido como en un mundo mágico, de fantasía. Gracias, Tibu.

Empecé a caminar y, al doblar la esquina, me encontré con que Gandalf también estaba asistiendo al "espectáculo".

- ¿Gandalf?
- Hola, Frodo Gualtrapa.
- ¿Qué haces aquí?
- Esperaba que hubiera aprendido algo nuevo - dijo, refiriéndose evidentemente al Tibu -. Pero no. Y ni siquiera ahora es capaz de reconocer cómo aprendió todo lo que sabe.

No supe qué contestarle. Nos fuimos a casa, a Bolsón Cerrado. Por el camino, Gandalf empezó a explicarme cómo fabricar cohetes de verdad de fuegos artificiales, y cómo conseguir cambiar los colores.

- Gandalf, no comprendo todo lo que me estás contando. Apenas he comprendido cómo encerrar la pólvora en papel y mezclarla con hojas de sauce para conseguir una llama verde.
- Paciencia. No se puede aprender todo en un día. Si todo lo que haces es producto de lo que has aprendido un día de tu vida, sólo conseguirás una pequeña explosión, como de un petardo. Como mucho, conseguirás hacer fuegos artificiales bonitos y variados, pero efímeros... Pero si escuchas, aprendes y ayudas a otros a que aprendan de tí, serás como una llama que nunca se apaga.

miércoles, 18 de mayo de 2005

Los Trolls, Anakin y el Lado Oscuro de la Fuerza


Por más foros, chats e incluso comentarios en blogs que visito, en todos veo la misma historia. Todo empieza igual: Unos pocos hablan, otros más se unen, se divierten, discuten, se respetan... Inconscientemente, se crea un lugar donde el debate es la esencia de la misma existencia. Un Senado Galáctico, que cuenta con el apoyo del Consejo Jedi que dirige los caminos de la Fuerza con buen juicio.

Y un día llega alguien que conoce el Lado Oscuro de la Fuerza, lo que se conoce como un "troll". Empieza a discutir por discutir, a sembrar la discordia. Pero claro, como antes nadie había hecho eso, la gente se extraña, se sorprende. Unos pocos piden que deje de discutir por discutir. Otros piden que se le deje hablar, apelando a una libertad de expresión que hasta el momento no había sido mencionada en el Senado (porque no hacía falta).

Por mi experiencia (que no es demasiada, pero sí bastante) sé que sólo hay dos tipos de salida. No, en realidad hay tres, pero he visto pocos que consigan llegar a la tercera.

La primera: El troll gana. La gente empieza a discutir, el foro o el chat se convierte en un campo de batalla. Se olvida qué se estaba debatiendo antes, y se pasa a guerrear con armas como "déjame hablar", "tú no respetas a nadie", "no estás escuchando", y esa libertad de expresión que a casi todos los que la usan les es realmente desconocida. En estos casos, cuando interviene el Consejo Jedi (los ops, los mandamases, los moderadores o como se llamen) suele ser demasiado tarde. Por muchos trolls que expulsen, bloqueen, borren... el daño está hecho, y el Senado no volverá a ser el mismo en mucho tiempo. Puede que el canal o la web termine cerrando (a veces, es la mejor solución), o puede que se decida seguir a pesar de todo.

La segunda: El troll pierde. Este caso es menos frecuente, pero también se ha dado. Suelen darse varias circunstancias simultáneas: el Consejo Jedi op interviene a tiempo, mientras algunos de los senadores consigue dejar en evidencia la mala intención del troll. Habitualmente se expulsa del canal o de donde sea al troll. Todos cantan victoria... pero en todos queda ese "gusanillo" de la batalla. Suele dar lugar a una búsqueda de nuevos trolls. Una caza de brujas que desvía la atención de algunos Jedi.

En ambas soluciones, termina pareciendo buena idea iniciar una batalla, crear un ejército clon. Pero en ambas soluciones existe una falla: Posiblemente entren nuevos trolls, y entonces nacen los "cazadores de trolls", unos miembros del Consejo Jedi que, lejos de hacer bien, se convertirán en algo peor aún. Cuando se ha luchado contra un troll, uno se siente en la necesidad de seguir luchando contra ellos (por el bien, por la justicia y la verdadera libertad de expresión). ¿Y qué hace un cazador de trolls? Se convierte en un "aliado" de los senadores (tal vez de un Canciller, que después se revela como un Sith encubierto) que va buscando nuevos trolls. Y cuando los encuentra, lejos de avisar al Consejo Jedi, se planta delante del troll con su capa y su espada láser, y se pone a luchar con él abiertamente en el canal. Y suele vencer, a veces con ayuda de otros cazadores. El problema es que ese cazador de trolls ha cambiado. Ya no es el mismo. Y si le da la luz del sol, también se convertirá en piedra... porque para enfrentarse a ellos, se ha convertido él mismo en un troll. El Jedi ha sido tocado por el Lado Oscuro.

Y a unos cazadores de trolls es más difícil domarlos o vencerlos. Los cazadores de trolls suelen acabar antes con el buen ambiente que los propios trolls. Hay miles de ejemplos en internet, y posiblemente todos nosotros conozcamos más de un caso. Porque un troll puede intentar volver a entrar, pero un cazador ya está dentro. Y le pone las cosas más difíciles a su amigo Obi Wan, miembro del Consejo Jedi, que le pide que se tranquilice, porque el cazador le recordará el "bien" que él ha hecho para con esa comunidad, y porque cuenta con el apoyo de un Canciller que forma parte del propio Senado, y que le hace la "pelota" continuamente. Pues un cazador de trolls es igual que un troll: Necesita sentirse importante, y habitualmente lo hará en un lugar que no es suyo, pero que él "hará" suyo. El canal pasa a ser suyo, porque él es quien lo "defiende". Es "el Elegido", un Jedi poderoso que lucha por el bien en la galaxia.

Un mal día, Obi Wan se harta y corta los brazos y las piernas a su antiguo padawan. Un mal día, el op se harta, y expulsa a su amigo del canal. Un mal día, el moderador expulsa a su amigo del foro. Un mal día... se toma la decisión correcta, en el momento más incorrecto.

Porque un troll puede hacer un daño menor, pero un cazador es peligroso. El cazador se enfadará, pasará al Lado Oscuro, utilizará su relación personal para hacer más daño. Ridiculizará a su ex-amigo, traicionándolo hasta la médula. Destrozará aquel lugar que juró defender, sólo porque su amigo le ha "vuelto la espalda". Obi Wan grita "yo te quería"... pero ya sólo queda odio en el corazón de Anakin. Posiblemente el ex-cazador, ahora Darth Vader, se dedique a construir su propio imperio, junto con su amigo el Canciller, que se ha revelado como el Señor Sith. Ambos gritan que han sido injustamente tratados, y que elevarán su Imperio Galáctico. Arrastran consigo a quienes les prestaban atención, y dedican los esfuerzos a su nuevo "sueño".

En ocasiones, la República se rompe. En otras ocasiones, ésta aguanta a duras penas, firme a su sueño, llorando por los grandes días y pendiente de la nueva Rebelión y de una Nueva Esperanza.

Y Yoda se oculta en Dagobah. Y Obi Wan vigila y espera el momento de volver a revelarse a Darth Vader, o de conseguir que alguien mejor que él lo haga, mientras él se hace uno con la Fuerza.

¿La tercera solución de la que hablaba al principio, que no he visto que haya ocurrido en casi ningún sitio? Los "buenos" ganan. No se confía en ningún "Elegido", y se hace caso del sentido común. Darth Vader cae derrotado, pero se le perdona la vida, y éste se vuelve contra su verdadero enemigo, el ex-Canciller y ahora Emperador, y se asesinan el uno al otro. Y aunque sólo quede un Jedi en la Galaxia, el Lado Oscuro ha sido vencido y ha vuelto el equilibrio a la Fuerza. La Rebelión triunfa, y se establece un nuevo Senado, poco a poco.

Lo curioso es que esto pasa tremendamente a menudo en Internet, en la Tierra Media, en la Galaxia y en el Mundo Real... pero cuando nos lo cuentan en una película, no nos lo creemos.

Que la Fuerza os acompañe.

miércoles, 20 de abril de 2005

No me gusta fumar en pipa


Sí, soy hobbit. Un hobbit gualtrapa (ya, ya sé que se escribe "gualdrapa", pero es una palabra que decía mi abuelo, y se me ha pegado). Tengo los pies grandes y peludos, y unas orejas ligeramente apuntadas. Todo eso es cierto, igual que es cierto que me pongo los pantalones por abajo, por los pies, como todos.

Pero, ¿por qué se supone que me tiene que gustar fumar en pipa?

Es como si dijéramos que, por nacer en Rohan, tiene que gustarte montar a caballo. Desde pequeñito, ¿no? Me imagino al pequeño Théoden, con apenas 2 meses y su primer pony, llorando (posiblemente ambos, jinete y montura) a moco tendido. Me imagino a su madre gritando: "¡Thengel! ¡Haz el favor de bajar al niño de ese caballo!" "Cariño, es un pony". "¡Me da igual! ¡Bájalo, que le vas a crear un trauma!" "Pero cariño, si le gusta, ¿ves?" Y el pequeño Théoden que sigue llorando. Si hubiera sabido hablar, seguramente el pequeño Théoden habría jurado no volver a subir a un caballo de por vida.

Supongo que la historia no sería así. Supongo que sus padres no le obligaron a montar, sino que primero dejaron que en él se desarrollara el amor por los caballos. Pudo elegir. Yo también elegí: Elegí que no me gustaba el tabaco para pipa. No sé qué habría pasado si Théoden hubiera elegido odiar los caballos. Pero sí sé que, a mí, algunos me dicen que me tendría que gustar fumar en pipa.

¿Y por qué? ¿Porque soy hobbit?

Se supone que debemos heredar las tradiciones de nuestros ancestros. Incluso las tradiciones creadas por nuestros propios padres. Incluso la tradición que acaba de crear nuestro vecino del smial de tres calles más abajo. Sí, sí, eso ha pasado, os lo juro: Hace cinco años NO existía ningún "baile típico hobbit". Uno de los Sacovilla-Bolsón adaptó el baile de la "macarena" (un baile chorra creado por unos españoles, esos que todos son toreros), lo ha llamado "La Ciñatiesa" en honor a la vieja Lobelia (como si fuera alguien a quien hacerle ningún "honor"), y dice que ahora es el "típico baile hobbit". ¡Y la gente le hace caso! "¡Eh, tú, gualtrapa! ¿Cómo es que no conoces el típico baile hobbit de toda la vida? ¡Eeeeh, Ciñatiesa! ¡Aaaah!".

Lo siento, pero no. No por el hecho de ser hobbit me tiene que gustar lo mismo que a los demás. No me gusta parecer "el típico hobbit", y mucho menos si la imagen del "típico hobbit" me resulta ridícula. En los reportajes del National Geographic sobre los hobbits, siempre se nos ve fumando, comiendo y bebiendo cerveza, y ahora, además, bailando "la ciñatiesa". ¿Es que somos así? Es más: ¿es que somos así la mayoría? Porque en esos reportajes parece que lo más interesante en nuestras vidas sea el tabaco para pipa y "la ciñatiesa". El tabaco para pipa es una tradición, y hay toda una cultura a su alrededor... pero hoy en día sólo la conservan y la mantienen unos pocos. ¿Por qué son ellos los que salen en los documentales del National Geographic?

Tal vez sea porque los demás no queremos salir en esos documentales. Queremos seguir con nuestra vida hobbit, y no necesitamos salir en ningún reportaje de ninguna televisión para anunciarlo a los cuatro vientos. Tal vez los del National Geographic sólo vengan a La Comarca, con su cámara, y mientras muchos sólo decimos dos palabras a la cámara antes de escabullirnos, unos cuantos Sacovilla-Bolsón se plantan delante de la cámara y hale: "¡Eeeeh, Ciñatiesa! ¡Aaaah!" Y no es que los Sacovilla-Bolsón estén bailando la ciñatiesa todo el día, ni mucho menos. Van al trabajo como cualquiera, y se ponen los pantalones por los pies como cualquiera. Pero ven una cámara, y "¡Eeeeh, Ciñatiesa! ¡Aaah!" Y aunque digan algo más a los del National Geographic... éstos se sonríen porque ya tienen material para poner en su nuevo reportaje.

Otro cantar es lo de fumar en pipa. El que nuestros ancestros fumaran en pipa no significa que eso sea lo que tenemos que hacer todos. Pero sales al extranjero, y es lo primero que te dicen: "¡Hey, fuma en pipa, fuma en pipa!". En ese momento, se olvidan de lo que estás haciendo o diciendo, y te tratan como a un bicho raro. Un "freak". Ya no eres el que ha ido a darles un curso, una conferencia, o a poner una pared de ladrillos. Eres el hobbit que fuma en pipa.

No escribo esto para quejarme de nada, aunque así lo parezca. Lo hago porque sé que los del National Geographic nunca se atreverían a poner en un documental a hobbits que no fumamos en pipa ni bailamos "la ciñatiesa". Así al menos queda escrito en algún sitio. Por lo demás, al menos me alegro de no ser uno de esos que, cuando ven una cámara, gritan "eeh, los de la teleee" y desesperan por salir, aunque sea bailando un baile ridículo. Yo no lo haría ni aún teniendo la esperanza de que algún día hicieran un reportaje sobre los demás hobbits, los que no fumamos ni bailamos.

Y también escribo esto para decir que, el hecho de no fumar en pipa, no me hace menos hobbit. Soy hobbit. Un hobbit gualtrapa, pero un hobbit. ¡Y no me gusta fumar en pipa, leche!

martes, 5 de abril de 2005

Secret Wars


Hay cosas que echo de menos en mis viajes. No es que sean gran cosa, o que me resulten útiles. Simplemente, las echo de menos. Los comics son algunas de estas cosas.

Hace muchos años, unos cuantos hobbits empezaron a dibujar comics de unos tipos con super-poderes. No se trata de la magia de gente como Gandalf, Lúthien o los Altos Elfos, no. Se trata de gente que vuela, que tiene una fuerza descomunal, y cosas así. Mucho más simple, pero terminó gustando. A mí me gustó tanto que estuve enganchado muchos años.

Recuerdo que una de las primeras sagas que leí fueron las Secret Wars. Un proyecto grande, sin duda, y que resultaba tanto mejor cuanto menos supieras de todos los personajes que ahí salían, y cuantos menos comics hubieras leído. Un ser llamado "Todopoderoso" (aparentemente, con razones de sobra para llamarse así) reunió a los superhéroes, a los supervillanos, y les dijo que se liaran a tortazos para su deleite. A cambio, les prometió, simplemente "cumplir sus deseos". Tras todo esto, resuelto más o menos, el Todopoderoso bajó a la tierra a mezclarse con los mortales y hacer de las suyas. Lo peor, que alguien así mezclase ignorancia y curiosidad, pero sabiéndose siempre por encima de todos los demás (mortales e inmortales).

Hasta hace poco, pensaba que sólo existieron dos sagas de las Secret Wars. Pero resulta que sí exiten unas Secret Wars III. En ellas, unos maltrechos Cuatro Fantásticos (de los cuales tan sólo La Cosa pertenecía a los originales), formando alianza con el Doctor Muerte (toma ya), encontraban al Todopoderoso. Supongo que se llamaron Secret Wars III porque fue algo que ocurría "en secreto" para el ciudadano "de a pie" (como casi todo lo que les pasa a los 4F) y porque el Todopoderoso estaba metido en el ajo.

Resultó que el Todopoderoso estaba incompleto, que no era Todopoderoso, sino que le faltaba un buen pedazo (lo que convirtió a un hombre normal en el Hombre Molécula) y que existían otros como él pero que sí estaban completos (los Cubos Cósmicos). La idea original tal vez fuera un poco "decente", pero la evolución y el final de las Secret Wars son, vistos desde esta perspectiva, un auténtico horror. Más valdría que se hubieran quedado en "Secret".

Pero al menos algunos guionistas sacaron adelante las consecuencias de las mismas con historias de auténtico lujo. El traje alienígena de Spiderman aún tiene mucho que decir, y Veneno es uno de esos "grandes" personajes de los que se han escrito muy buenas historias (lo de Matanza y demás es otro despropósito, pero prefiero no recordarlo ahora). Los mutantes, los 4F, los Vengadores, Hulk... todos ellos sufrieron las consecuencias del Todopoderoso, que pretendió cambiar sus vidas para siempre. A algunos sí les cambió, y nunca volvieron a ser los mismos. Otros se renovaron y salieron ganando. Pero existen guionistas que siguen queriendo hacer algo grande de una mala idea, y lo intentan con un mal desarrollo. Y claro, hay que terminarlo de cualquier manera (me estoy acordando ahora de la saga del clon de Spiderman, por poner un ejemplo claro).

Que llegue un elemento extraño y pretenda cambiarlo todo, como hizo el Todopoderoso, o el Chacal, o Ultrón, está condenado al fracaso. Y más aún si intenta hacerlo en poco tiempo, rápidamente, en plan "el Lado Oscuro de la Fuerza". Se necesita tiempo para un cambio profundo, un buen planteamiento que guste a todos (no sólo a los guionistas, sino desde el director editorial hasta los propios lectores), un desarrollo coherente y unas consecuencias aceptables.

Últimamente echo de menos aquellos comics en los que los guiones seguían esta ley. Dejé de leer comics hace tiempo, cuando despropósitos parecidos a las Secret Wars abundaban en todas las colecciones que me gustaban. Un amigo mío me ha dicho que hay cosas muy buenas que están surgiendo (o renaciendo) en este mundillo. A ver si es verdad.

lunes, 21 de marzo de 2005

Oir la otra versión


Ponéos en situación: Estáis en el trabajo, currando como animales levantando un tabique de ladrillos para terminar los nuevos smiales adosados (algunos se sentirían más identificados si digo que estoy escribiendo un programa de 100.000 líneas de código). Tenéis un jefe, y éste tiene un jefe que se llama Señó Arquitesto. Y revoloteando como un moscardón alrededor del Señó Arquitesto está el fotocopiador.

El fotocopiador no sabe de arquitectura, ni sabe poner ladrillos. Ni siquiera sabe vender (si dependiéramos de él para vender los smiales, estábamos todos en la calle). Por no saber, no sabe ni sacar fotocopias. No es su trabajo ni su vocación. Su vocación es crecer sin hacer nada. Suele ser de otro departamento, con lo que uno se pregunta qué diablos tiene que hacer por aquí. Es difícil describir qué hace él para ganarse la vida, pero se la gana de puta madre. Yo apenas les veo sacando fotocopias del plano de la casa (¿por qué hay que sacar fotocopias cada día del mismo plano?), y hablando continuamente con el arquitecto. Vamos a ver, si eres un inútil que no ha podido sacar la carrera y te has metido a fotocopiador, por mucho que hables con el arquitecto no se te va a "pegar" nada. Pero el arquitecto está contento con él. Le hace la pelota, le dora la píldora... a mí me pondría incómodo tener a alguien al lado diciéndome continuamente lo cojonudo que soy... sobre todo si es alguien que no tiene ni idea de en qué consiste mi trabajo.

El tabique de ladrillos se ha caído. Llega mi jefe, con aspecto nervioso, pero no dice nada. Observa los ladrillos en el suelo. Tanto él como yo sabemos lo que ha pasado. Que con ladrillos rotos sacados del antiguo edificio del viejo molino de Ted Arenas no se iba a sujetar bien, y que 100 gramos de cemento no bastan para levantar un muro de 20 metros de ancho y 3 de alto. Mi jefe no dice nada porque él sabía incluso antes que yo lo que iba a pasar, pero la realidad es que el muro se ha caído.

Y este es el momento en que aparecen unos folios recién fotocopiados sujetando a una personilla. Saca una trompeta. "Taráááá, tarááááá. El Señóóóó Arquitestooooo". Y entra el arquitecto. Acojona un poco, pero yo estoy tranquilo. Miro a mi jefe, y se ha hecho pipí en los pantalones. Ya no estoy tan tranquilo. El Señó Arquitesto pregunta qué ha pasado. Mi jefe no responde, y antes de poder reaccionar, el fotocopiador está contando una película que, incluso a mí, me suena extraña. Se supone que yo tendría que haber robado los ladrillos de otra obra que hay 2 kilómetros más abajo, carretilla en mano, para construir el muro. Y los ladrillos se sujetan solos, sin cemento, que había que ahorrar esos 100 gramos. Y no lo he hecho por vago, o algo así. No me enteré muy bien, porque el olor de mi jefe empezaba a despistarme. Entonces concluye con una frase del tipo: "Una buena estructura no necesita cemento. Tan sólo hace falta buena voluntad para que se sujete".

Y entonces, es cuando el Señó Arquitesto dice esa frase:

"Ya era hora de que alguien contara la otra versión".

Eeeeoooo. ¿Hay alguien en casa? ¡McFly! ¿Acaso me has escuchado a mí?

"¿Qué tiene que decir?", dice el Señó Arquitesto a mi jefe. A mí nadie me pregunta. Mi jefe no responde. Intento abrir la boca, pero el fotocopiador (alias Gríma) dice "¡No interrumpas al Señó Arquitesto!". "¿Interrumpir?", digo yo, "Pero si el Señó Arquitesto no estaba diciendo nada...". El Señó Arquitesto dice: "Ya lo he dicho todo".

Eeeeoooo. ¿Hay alguien en casa? ¡McFly! ¿Acaso has dicho algo? ¡Lo ha dicho todo Gríma!

Pero no puedo decir nada de todo eso, porque estoy solo. Cuando me deja de hervir la sangre en la cabeza y mis ojos vuelven a funcionar (digamos que había entrado en modo "berserker" y se me había embotado un poco la cabeza... lástima no tener la "pegada" del protagonista del Doom), el Señó Arquitesto, mi jefe y el fotocopiador se han ido. Más tarde encontraré una carta de mi jefe, diciendo que tengo que arreglar el muro en 24 horas. Ha pagado de su bolsillo dos sacos de cemento, pero no volverá a hablar conmigo. Posiblemente se busque otra obra, o tal vez un puesto de fotocopiador.

Acabo el muro en 26 horas (soy un vago, ¿qué le vamos a hacer?). Me descuentan de mi sueldo la mitad por el retraso. No me importa. Sonrío. El muro está acabado, y acabo de encontrar un sobre que Gríma había olvidado entregar. Es un pedido que nunca llegó a hacerse, de un camión de ladrillos nuevos y 300 sacos de cemento, para toda la obra. Uso su propia fotocopiadora para sacar 3 copias: una para el Señó Arquitesto, otra para mi jefe y otra para Gríma. Con una dedicatoria: "Me importa un rábano que ustedes no escuchen".

Últimamente, siempre que oigo esas palabras "Ya era hora de que alguien contara la otra versión", significa que la persona que las pronuncia sólo ha oído una de las dos versiones. Con la gente se puede razonar, pero es difícil sortear a los "Gríma" de este mundo. Habrá que ir poco a poco.

sábado, 19 de marzo de 2005

De traiciones y pitufos


Tengo un recuerdo un poco estúpido, grabado desde que era pequeño. Estúpido por la temática, quiero decir, pero dramático para mí, al fin y al cabo, porque fue entonces cuando descubrí lo que era la traición.

Supongo que todos recordaréis a Los Pitufos. Eran esos hombrecillos azules, tan pequeños como los liliputienses (los hobbits somos gigantes a su lado), con una colita que les asomaba de sus pantalones (por detrás XD), y con un sombrerito del mismo color que los pantalones. Había 100 pitufos "normales" de blanco y un pitufo "jefe", el Gran Pitufo (en los dibujos animados le llamaban "Papá Pitufo"), que vestía de rojo y tenía barba. Era el consejero, al que todos acudían, pues era sabio y prudente. Los dibujos animados no estaban mal, pero el comic era bastante bueno para la época, y aún los recuerdo con cariño.

Metiéndose en la moda, apareció un tal "Padre Abraham", que cantaba canciones (sin tener ni puta idea de cantar) con cuatro pitufos-marioneta. De pequeño, escuchaba aquellas canciones y me las aprendía de memoria sin esfuerzo (que levante la mano el que no se sepa las canciones de Heidi, Marco, Comando-G o los Fraguel, por poner ejemplos). Hubo una canción que me emocionaba, muy triste, que empezaba así: "Padre Abraham, queremos pedirle por favor..."

Y lo que le pedían era que fuera claro con ellos, que fuera sincero. Ellos decían que le querían y que no querían que les abandonara, pero que si alguna vez se cansaba de ellos, que se lo dijera. Ellos decían que lo comprenderían. Me sorprende descubrir hoy tal sinceridad en una canción para niños: ¡Eso es hablar claro! Y el Padre Abraham, en la canción, contestaba: "No, mis Pitufos, no tenéis que temer, pues yo a vosotros jamás os dejaré". Yo le creí.

Dos años y varios discos más tarde, el Padre Abraham presentaba a otros mierdas de bichos-marioneta de los que ya no recuerdo ni el nombre. Los pitufos habían muerto para él. Cuando lo vi por la tele, recuerdo que pensé algo que hoy traduciría por "Maldito traidor, ahí te mueras y ardas en el puto infierno". Pero como era pequeño, supongo que todo sonaría más suave, y posiblemente haría de esta historia algo más ridículo aún.

Desde entonces, he visto muchas traiciones semejantes. Las he sufrido por parte de la familia, de los amigos, y también en La Comarca, y a nivel nacional y mundial. No estoy hablando de decepciones. Sé que yo habré decepcionado a mucha gente por dejadez o abandono, y mucha gente me ha decepcionado a mí por igual. Eso es ley de vida, y los hobbits, elfos, enanos y humanos estamos condenados a decepcionarnos continuamente. Pero hoy no estoy hablando de decepciones, sino de traiciones.

La traición es un acto consciente, y que abarca mucho más que un engaño a alguien o algo que confiaba en tí. Una traición empieza por uno mismo. Cuando uno dice algo debe ser consecuente, y si cambia de opinión, debe hacerlo de forma coherente. Esto es así en La Comarca y en la Aldea Pitufa. En el País de la Piruleta, supongo que diría Homer... Cómo me gustaría vivir en el País de la Piruleta...

Pero no es así en el mundo real. Después de la traición del Padre Abraham he visto otras muchas. He visto presidentes y reyes que traicionaban a su propio país (y viceversa), hijos que traicionaban a sus padres (y viceversa), hombres que traicionaban a mujeres (y también viceversa, y tambien entre hombres y mujeres que fueran pareja), y amigos que traicionaban a amigos... Y he sufrido estas traiciones también.

Hoy he visto a uno de mis amigos cantando con otros bichos-marioneta. Uno de esos amigos que dijo hace tiempo "no, hobbit, no tienes que temer, pues yo a vosotros jamás os dejaré". Bichos-marioneta cuya historia no quiero saber, aunque ellos ya estén intentando contármelo y restregármelo por las narices.

No sé si quien esté leyendo esto se habrá sentido igual alguna vez. Sé que la historia del Padre Abraham y los Pitufos suena ridícula, y espero que haya servido para quitar dramatismo a esta historia. Pues no es más que una historia de una traición como tantas otras. Las traiciones se ven fácilmente desde fuera, y se sufren desde dentro. Si alguna vez te has sentido traicionado, y no has tenido a un "Gran Pitufo" (o "Papá Pitufo", si lo prefieres) que te haya apoyado, lo siento, y lo comprendo.

Al menos, espero que jamás yo sea el traidor. No sé qué puede cambiar en la mente de alguien, qué mentiras (propias o ajenas) llevan a la gente a cometer esa atrocidad contra sí mismo y contra lo que defendían. No hay nada peor que ayudar a destruir aquello que amabas, y sin embargo, a diario vemos gente que se vuelve contra la que en otro tiempo fue una razón más para vivir, tanto para el traidor como para el traicionado.

A todos los Padres Abraham del mundo: Malditos seáis. Que la vida os devuelva el doble de lo que habéis dado a los demás, pues no merecéis menos.

jueves, 10 de marzo de 2005

Un año de gritos y de silencio

Hace un año, recuerdo que estábamos en plena campaña electoral. Un coñazo, incluso para los que nos llamamos "indecisos". Confieso no tener ninguna preferencia política: Me da lo mismo como ideología el conservadurismo de los Sacovilla, o el liberalismo de los Tuk. Suelo escuchar lo que unos y otros dicen, e intento adivinar qué parte será real y qué parte de su discurso es una mentira más grande que las de Sauron. Sólo acierto en las mentiras, curiosamente... ¿Por qué será?

Hace más de un año, las fuerzas de Sauron decidieron invadir una zona del Lejano Harad. A mí, teóricamente, no debería importarme. Soy un Hobbit de La Comarca. Pero ¿qué pasaría si Sauron decidiera que los Hobbits somos peligrosos, y nos invadiera? La misma lógica tendría. Y me temo que algunos Gondorianos, o tal vez algunos Rohirrim, o Elfos del Bosque, decidieran apoyarle. Nuestro alcalde decidió enviar a unos cuantos hobbits para ayudar a Sauron, algo que jamás entendí. Teóricamente, los hobbits somos gente sensata y pacífica, pero a veces nos toca un alcalde gilipollas.

Hace un año, quedaban algunos lugares en esta Tierra Media que se podían visitar con placer. Yo solía entrar en una taberna muy ordenada, muy limpia y con un ambiente magnífico. La decoración no era de mi gusto (todas las paredes pintadas de naranja y gris), pero le hacían sentirse bien a uno, cuando estaba allí. Fui testigo de una o dos peleas, pero los alborotadores siempre terminaban dando voces en la calle. Algunos les escuchan aún hoy, pero suele ser gente que no sabe beber, no sabe divertirse, y le jode que los demás lo hagamos, respetando los deseos del dueño. Algunos creen que, porque la puerta esté abierta, puedes poner los pies sobre la mesa, no tienes que dar las gracias cuando te sirven una cerveza, o tienes derecho a gritarle a los demás. Curiosamente, esa gente es mucho más intolerante en su casa (y lo he comprobado, muchas veces), aunque allí es donde realmente no se puede decir nada.

Hace un año, todo cambió, para muchos de nosotros. Hace un año, unos Haradrim se escaparon de su tierra. Recorrieron una distancia increíble, buscando un lugar llamado "La Comarca". Y la encontraron. Y se vengaron de nuestro apoyo. No es que los hobbits que fueron a la guerra de Sauron mataran muchos Haradrim (creo que ninguno, y de hecho, incluso murieron algunos de esos hobbits), pero el apoyo dado por un pueblo tan sencillo como el nuestro, aportó (a ojos de parte de las gentes de la Tierra Media) algo de "falsa legitimidad" a esta nueva acción de Sauron. Y ahora sufrimos nosotros su venganza. Sauron también había sufrido la suya, pero eso no lo detuvo. Y aún hoy, no lo ha detenido. Pero nosotros también sufrimos su venganza.

Mañana hará un año, murieron cientos de hobbits. Amigos, familiares, hobbits de fuera, y hobbits de aquí. Y algunas cicatrices nunca cierran del todo.

Pero al menos, nuestro alcalde no fue reelegido. Lo malo es que Sauron sigue ahí, y ahora está cabreado con nuestro nuevo alcalde. Vete a saber si seremos su próximo objetivo, aunque parece que tiene sus ojos puestos en el Cercano Harad. Y dice que sigue siendo amigo de nuestro anterior alcalde. Entre nosotros, nuestro anterior alcalde es un gilipollas que sólo quiere hablar y hablar, y que sólo se escucha a sí mismo. En realidad, Sauron es igual, aunque me temo que al final todos veremos que no es tan idiota como todo el mundo creemos que es. Y mientras tanto, los que sufrimos somos los que estamos callados.

Hace unos días vi que se había quemado el molino de Ted Arenas. No es que le tuviéramos cariño, pero parece que alguien lo odiaba... o nos odiaba a nosotros. Espero que no tenga nada que ver con Sauron ni con el Harad, y que sea sólo un accidente.

Decidí despejarme y dar un paseo hasta la vieja taberna naranja y gris. La encontré cerrada. El cartel que había en la puerta decía simplemente que se había cerrado por exceso de trabajo. Pero empecé a preguntar a los vecinos, y comprobé que había más razones, y que la historia se repite: Quien se queda callado sufre, y los que dan voces, los gilipollas que no quieren más que escucharse a sí mismos, siguen gritando... hasta que el dueño del local se cansa, y cierra. Espero que el dueño esté bien, y que sea feliz. Se lo merece.

Y aquí estoy, tomándome una cerveza en casa para "celebrar" este último año. Hace un año todos éramos más felices, porque la ignorancia da la felicidad. Hoy, yo estoy triste. Triste por los hobbits, por los Haradrim, por el Molino de Ted Arenas, por la posada naranja y gris. Sé que hay otros pueblos que resisten a Sauron, que Ted conseguirá reconstruir su molino y que hay otras posadas abiertas. Pero Sauron es implacable, y los gilipollas siguen dando voces, creyendo que alguien los escucha. Lo malo es que sí hay quienes los escuchan, incluido el dueño de la taberna. Y el dueño de la taberna se puede hartar. Lo peor es que ya nadie reacciona como Don Juan Tenorio:

Cuán gritan esos malditos,
pero mal rayo me parta
si, en acabando la carta,
no pagan caro sus gritos.

Hace un año, lo pagamos quienes no gritábamos. Y seguimos pagándolo. En La Comarca, en la Tierra Media... o en una pequeña taberna. Maldita sea.

In memoriam.