lunes, 20 de junio de 2005

What if...? What the...?


¿Qué hubiera pasado si...? ¿Qué diablos pasaría si...? ¿Qué mierda es eso de que no puedo...?

Si me dieran un euro por cada vez que me he planteado cualquiera de las tres anteriores preguntas, rellenando los puntos suspensivos con casi cualquier cosa, hoy no sería millonario (de euros). ¿Por qué? Porque con tanto dinero, creo que no me plantearía preguntas tan tontas como "¿Qué hubiera pasado si no tuviera todo este dinero?" Y claro, si no me plantease esas preguntas, no ganaría ese euro... y volvería al principio. Es uno de esos casos de paradoja espacio-temporal que harían reventar mi cerebro si les dedicara algo más de tiempo.

Dejando aparte estas grotescas divagaciones (posiblemente producto de que, una semana más, no me ha tocado la lotería y tengo que seguir viniendo al curro), debo decir que he descubierto que esas preguntas son una trampa. Una trampa terrible para cualquiera de nosotros y nuestra conciencia. Porque esas preguntas se plantean en un momento incorrecto:

1.- En un momento de tu vida, motivado por tu situación y entorno actual, haces algo. Tomas una decisión y actúas.
2.- Fruto de esa acción, tu situación y entorno actual cambian (de golpe o poco a poco, pero al final el cambio es casi radical).
3.- Desde ese nuevo entorno, te planteas "¿Qué hubiera pasado si...?"
4.- Obviamente, te respondes con la perspectiva del nuevo entorno actual.

De cara a la galería, la respuesta siempre es la misma: "No cambiaría esto por nada del mundo". "Volvería a hacerlo todo igual desde el principio". Cualquiera que conteste a uno de esos "What if...?", me dirá "No, pero es que yo realmente no cambiaría lo que hice". En resumen: Repetirías los mismos errores una y otra vez, sólo por tozudez, de cara a la galería, ¿verdad?

Pero, ¿qué te respondes realmente a tí mismo? Exponer esta reflexión en abierto es casi imposible. Ni siquiera un hobbit tan sencillo y sincero como un Tuk puede abrir su corazón de esa forma a todo el mundo. A menudo, nos auto-convencemos de que ese "No cambiaría ni una coma de mi historia" es cierto, para evitar buscar la respuesta real, la que nos merecemos, la que deberíamos darnos a nosotros mismos.

¿Y si esa respuesta fuera bien distinta? "Te equivocaste. La jodiste bien jodida. Y si pudieras volver atrás, no lo repetirías, para evitarte el daño a tí mismo y a quienes se lo hiciste". ¿Y si la respuesta, no siempre, pero algunas veces, realmente es esa? Conozco gente que, realmente, sabe que ésta es la verdadera respuesta, pero de cara a la galería siempre da la otra respuesta. ¿Soy yo diferente?

Este fin de semana estuve releyendo viejos e-mails. E-mails de gente que ya tengo olvidada, que quedó atrás. ¿Qué hubiera pasado si hubieran seguido a mi lado? Estoy orgulloso de mi vida, y de ser como soy y quien soy. Pero, ¿sería yo mismo si no hubiera apartado de mi vida a esa gente, y hubiera vivido como he vivido?

¿Estoy realmente en condiciones de juzgarlo (de juzgarme)?

A veces, no puedo evitar pensar que la cagué (y siempre me lo digo para mis adentros, nunca hacia afuera), aunque sé que estoy juzgando desde una perspectiva errónea. Pero hoy soy quien soy, y me alegra serlo. Y si algún día tengo que arriesgarlo todo, como decía Kipling, y volver a levantarme de mis propias cenizas, lo haré.

Esta mañana me he levantado, he mirado al otro lado de mi cama (tal vez, después de todo, sí me ha tocado la lotería), y he sonreído. No me he dado cuenta hasta que he llegado al baño, y he visto en el espejo que seguía sonriendo. Y me ha gustado verme sonreír.

Esta mañana, frente al espejo, me he dicho a mí mismo que no cambiaría ni una coma de mi historia. ¿Es eso cierto? ¿Sería mejor de otra forma? ¿Realmente puedo emitir un veredicto justo sobre mí mismo así, por las buenas? No lo sé, pero esta mañana, es lo que he pensado frente al espejo, yo solo conmigo mismo. Y eso me basta.

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