miércoles, 29 de junio de 2005

Que paren el mundo, que me bajo


Hoy es uno de esos días en los que sería mejor no leer el periódico. Incluso, es uno de esos días en los que es mejor ni salir a la calle, ni casi levantarse de la cama. Con el desayuno, ha llegado el periódico... y se me ha caído el alma a mis pobres pies peludos. Y no, no es por las "grandes noticias" (que de éstas, todas son malas) sino por las pequeñas. Las pequeñas noticias no suelen ser malas, pero hoy...

---------------- Noticia número 1 ------------------------------------

Las subvenciones a ONGs se recortan este año en Hobbiton, porque la Comunidad de Hobbiton se ha gastado el dinero al intentar organizar las olimpiadas del 2012.

"Casualmente", los anuncios del dinero que se da como subvención a las distintas ONGs, se hicieron públicos al día siguiente de conocerse la noticia de que, finalmente, será Bree la encargada de organizar las olimpiadas del año 2012. Y "casualmente" también, las subvenciones de este año con respecto a otros se han convertido en una cantidad simbólica. Es decir, que el dinero destinado a las ONGs (que se supone que intentan ayudar a quienes tienen problemas) se ha reducido drásticamente por intentar conseguir unas olimpiadas que, finalmente, no se celebrarán. ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? ¿Habrá dinero al menos para terminar las obras que están dejando Hobbiton llena de grúas, agujeros (no "agujeros-hobbit", sino agujeros de verdad) y demás?

---------------- Noticia número 2 ------------------------------------

Las cigüeñas están emigrando... en pleno mes de julio.

Esta vez, la culpable es la sequía. Lo sencillo ahora es culpar al tiempo, porque se supone que vamos a padecer la peor sequía desde el 1947. Pero, ¿seguro que sólo es culpa del mal tiempo? Las cigüeñas emigran si no hay agua que beber. Pero en algunos pueblos de la periferia de Hobbiton he visto que se riegan diariamente las medianas de las calles, de apenas 50 cm de ancho, para mantener verde el césped. La mayoría de ese agua cae a la carretera, y se pierde. Todos los días se leen en los diarios cartas de lectores que protestan porque ven dónde se está desperdiciando el agua. Seguro que, dentro de unas semanas, la culpa la tendremos los consumidores que nos queremos lavar la cara y los pies a diario, porque "malgastamos" el agua.

Ayer vi pasar 3 bandadas de cigüeñas, en formación de "V". Iban hacia el norte. Espero que tengáis más suerte allí.

---------------- Noticia número 3 --------------------------------------

Ésta me ha llegado por e-mail, y prefiero reproducirla tal y como viene:

Fans o comunidades

Con motivo de las películas de El Señor de los Anillos dirigidas por Peter Jackson, a partir del año 1999 aparecieron numerosas páginas web de fans y comunidades. En un principio, las pocas comunidades que se organizaron tenían buenas relaciones, pero más adelante, las nuevas webs que aparecían parecían querer "competir" por acaparar el mayor número de fans posible, aún a costa del resto de páginas webs.

Buena prueba de ello es lo ocurrido en esta misma biografía de J.R.R. Tolkien de la Wikipedia. Si nos fijamos en el historial, veremos que en este apartado de Fans y Comunidades se han ido incluyendo varias páginas web dedicadas a la obra del autor. Pero si observamos el historial de cambios, en días como el 5 de febrero de 2005 (en la que la web elanillodepoder pasa a ocupar el primer lugar, cuando ya estaba listada), o el cambio del día 27 de junio de 2005 (en el que, la persona que añadió un enlace a "El Poney Pisador", añadió también la apostilla "Sobre las películas" a la web "Elfenomeno.com", a la cual ridiculizan desde sus contenidos y foros desde hace años, pese a que ésta última web se dedica a toda la obra de Tolkien, e incluso se ha publicado un libro con parte de sus contenidos), veremos que se está utilizando incluso la Wikipedia para crear una confrontación que las primeras webs que se añadieron a este apartado de "Fans y comunidades" no habían creado.

El último cambio, el del día 3 de julio de 2005, ha sido el definitivo. La web elanillodepoder borró al resto de sus "competidoras", dejándose en la Wikipedia como "única comunidad de Tolkien".

J.R.R. Tolkien defiende muchos y muy buenos valores en su obra: la amistad, el amor, la lealtad, la defensa de la naturaleza, la libertad... Nada de todo eso es lo que ha tenido lugar aquí, salvo el mal uso de una libertad, convertida en libertinaje. Esperemos que la misma libertad que permite que esta Wikipedia siga funcionando, acabe con este mal uso de la misma.

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Y mientras algunos se preocupan de gilipolleces como la que se describe en esta última noticia (¿de qué sirve borrar enlaces en la Wikipedia, si hay un historial? No creo que sirva ni para ensalzar el ego de nadie), 50 familias en Londres aún no saben si su marido, mujer, hijo o padre están vivos. Los Haradrim no habían terminado, subieron a Bree y han matado a más gente. Otro alcalde gilipollas, otra decisión incorrecta... y esto se precipita hacia un abismo en el que no se ve el fondo. ¿Nadie más lo nota? Permitidme estas preguntas: ¿Qué mundo nos espera? ¿Cuál será el siguiente paso? ¿Cuándo se olvidó el "homo" de que era "sapiens"? ¿Cuán bajo podemos caer aún por nuestro propio ego?

Lo dicho: Hoy es un día para quedarse en la cama, durmiendo. Despertadme cuando todo se haya arreglado, o se haya jodido del todo.

martes, 28 de junio de 2005

Si no sabes de algo, di que es una mierda


La máxima de nuestro tiempo. Por este axioma se rigen no ya las nuevas generaciones, sino prácticamente toda la sociedad. Es algo sencillo de llevar a cabo, y los resultados son espectaculares. Basta con tener un par de buenos insultos, de buenos reproches, o de buenas formas de despreciar algo o a alguien, como para erigirse en crítico reconocido universalmente. O mejor aún: basta con copiar esos comentarios despectivos a otra gente, para ser amigo, confidente y un ejemplo para los demás.

Si no sabes de algo, di que es una mierda.

¿No os lo creéis? Fijáos bien en estos ejemplos:

- El otro día, Gandalf estaba dando una conferencia. Como siempre, sus palabras sonaban sensatas, comprensibles. Los hobbits allí reunidos aplaudían a rabiar. Al terminar (y no antes), ya en la calle, Torrezno Sacovilla (uno de los que había aplaudido) dijo: "El problema de Gandalf es que se cree que lo sabe todo. Me joden mucho los sabihondos. Yo podría haber dicho lo mismo, y cualquiera de vosotros también". Al apelar al amor propio de los demás, se ganó su confianza, respeto, y su título de "más mejor que Gandalf" en esas cuatro frases.

- Sobre un libro: Mucha gente que apenas lee un libro al año, te obsequiarán con comentarios como "¿El Hobbit? ¿Historia de una ida y una vuelta? Vaya mierda de libro, ¡es para críos!", justo después de haber visto que el libro está en las estanterías de la sección de infantil en la biblioteca municipal. Basta con preguntarle: ¿Lo has leído? No, por supuesto que no lo ha leído, pero puede opinar sobre ello.

- Si hablamos de cine, la mayoría de la gente no sabe ni cómo se rueda una película. La mayoría cree que el proceso de montaje y post-producción no existe, y que tampoco existe el de pre-producción. La misma gente que dice cosas como "pero si ya se ha terminado de rodar, ¿por qué no la estrenan ya? Quiero ver esa películaaaa", es luego la que dice: "Pues vaya una mierda. El montaje es una mierda, la música es una mierda, los actores son una mierda..." y después, no tienen más que copiar los comentarios negativos que hace el resto, para tener argumentos durante toda la vida. Resultado: Su opinión es la argumentada (pues han copiado esos argumentos) y la tuya no, porque te niegas a ver la realidad.

Pero sólo pueden opinar negativamente. ¿Por qué? Porque es más fácil, y porque es mucho más difícil descubrir el engaño. Si alguien está hablando bien de algo o de alguien, es fácil saber si miente. Pronto queda al descubierto si se inventa algo, porque debe seguir dando argumentos. Pero los comentarios despectivos se auto-justifican a sí mismos. Basta con un "bah, no sabes discutir" para terminar con una discusión, pero sólo si estás criticando algo (negativamente, se entiende). Si estás defendiendo algo, el "bah" no funciona.

La Tierra Media internetera se ha convertido en un gran campo de batalla, en el que sólo salen victoriosos quienes ponen a parir algo. Entrad en cualquier foro de cualquier tema posible: Política, ocio, fútbol, religión... Ya puede haber un Gandalf dando su opinión defendiendo algo, que en cuanto lleguen un buen par de orcos diciendo "bah, es una mierda", Gandalf tiene la partida perdida. Pues si intenta rebatir su opinión, otros muchos se unirán a los orcos, diciendo lo mismo, repitiendo lo mismo, hasta que Gandalf se agote.

Aunque... ¿y si Gandalf hiciera lo mismo? ¿Y si Gandalf escribiera su opinión y sus argumentos, pero no para rebatir, sino para expresar su opinión? ¿Y si Gandalf no contestara nada más que "bah, es genial, digáis lo que digáis"? ¿Se perdería el debate, o sólo los enfrentamientos? ¿Se descubriría quién sabe de algo y quién no?

Por mi parte, tengo el serio problema de no saber ya cuándo alguien critica algo porque sabe de ello, o porque no tiene ni idea y quiere aparentar que sí. Las apariencias son algo esencial en estos tiempos. Veo muchos hobbits que se deben únicamente a sus apariencias. Y cuando no saben de algo, en lugar de callar y aprender, repiten como loros esas fáciles críticas que ni comprenden ni quieren comprender.

No soy sociólogo, sólo soy un hobbit. Así que supongo que, lo único que puedo decir, es que la sociedad es una mierda. ¿Es así? ¿Lo he hecho bien? ¿O ha sonado tan ridículo como me lo ha parecido?

Porque a mí me ha sonado tan ridículo como si lo hubiera dicho un loro repetidor. Prrr, prrr, es una mierrrda, prrr.

Y que conste que sé perfectamente que, muchas de mis críticas, son negativas. Es una mierrrda, prrrrr.

lunes, 20 de junio de 2005

What if...? What the...?


¿Qué hubiera pasado si...? ¿Qué diablos pasaría si...? ¿Qué mierda es eso de que no puedo...?

Si me dieran un euro por cada vez que me he planteado cualquiera de las tres anteriores preguntas, rellenando los puntos suspensivos con casi cualquier cosa, hoy no sería millonario (de euros). ¿Por qué? Porque con tanto dinero, creo que no me plantearía preguntas tan tontas como "¿Qué hubiera pasado si no tuviera todo este dinero?" Y claro, si no me plantease esas preguntas, no ganaría ese euro... y volvería al principio. Es uno de esos casos de paradoja espacio-temporal que harían reventar mi cerebro si les dedicara algo más de tiempo.

Dejando aparte estas grotescas divagaciones (posiblemente producto de que, una semana más, no me ha tocado la lotería y tengo que seguir viniendo al curro), debo decir que he descubierto que esas preguntas son una trampa. Una trampa terrible para cualquiera de nosotros y nuestra conciencia. Porque esas preguntas se plantean en un momento incorrecto:

1.- En un momento de tu vida, motivado por tu situación y entorno actual, haces algo. Tomas una decisión y actúas.
2.- Fruto de esa acción, tu situación y entorno actual cambian (de golpe o poco a poco, pero al final el cambio es casi radical).
3.- Desde ese nuevo entorno, te planteas "¿Qué hubiera pasado si...?"
4.- Obviamente, te respondes con la perspectiva del nuevo entorno actual.

De cara a la galería, la respuesta siempre es la misma: "No cambiaría esto por nada del mundo". "Volvería a hacerlo todo igual desde el principio". Cualquiera que conteste a uno de esos "What if...?", me dirá "No, pero es que yo realmente no cambiaría lo que hice". En resumen: Repetirías los mismos errores una y otra vez, sólo por tozudez, de cara a la galería, ¿verdad?

Pero, ¿qué te respondes realmente a tí mismo? Exponer esta reflexión en abierto es casi imposible. Ni siquiera un hobbit tan sencillo y sincero como un Tuk puede abrir su corazón de esa forma a todo el mundo. A menudo, nos auto-convencemos de que ese "No cambiaría ni una coma de mi historia" es cierto, para evitar buscar la respuesta real, la que nos merecemos, la que deberíamos darnos a nosotros mismos.

¿Y si esa respuesta fuera bien distinta? "Te equivocaste. La jodiste bien jodida. Y si pudieras volver atrás, no lo repetirías, para evitarte el daño a tí mismo y a quienes se lo hiciste". ¿Y si la respuesta, no siempre, pero algunas veces, realmente es esa? Conozco gente que, realmente, sabe que ésta es la verdadera respuesta, pero de cara a la galería siempre da la otra respuesta. ¿Soy yo diferente?

Este fin de semana estuve releyendo viejos e-mails. E-mails de gente que ya tengo olvidada, que quedó atrás. ¿Qué hubiera pasado si hubieran seguido a mi lado? Estoy orgulloso de mi vida, y de ser como soy y quien soy. Pero, ¿sería yo mismo si no hubiera apartado de mi vida a esa gente, y hubiera vivido como he vivido?

¿Estoy realmente en condiciones de juzgarlo (de juzgarme)?

A veces, no puedo evitar pensar que la cagué (y siempre me lo digo para mis adentros, nunca hacia afuera), aunque sé que estoy juzgando desde una perspectiva errónea. Pero hoy soy quien soy, y me alegra serlo. Y si algún día tengo que arriesgarlo todo, como decía Kipling, y volver a levantarme de mis propias cenizas, lo haré.

Esta mañana me he levantado, he mirado al otro lado de mi cama (tal vez, después de todo, sí me ha tocado la lotería), y he sonreído. No me he dado cuenta hasta que he llegado al baño, y he visto en el espejo que seguía sonriendo. Y me ha gustado verme sonreír.

Esta mañana, frente al espejo, me he dicho a mí mismo que no cambiaría ni una coma de mi historia. ¿Es eso cierto? ¿Sería mejor de otra forma? ¿Realmente puedo emitir un veredicto justo sobre mí mismo así, por las buenas? No lo sé, pero esta mañana, es lo que he pensado frente al espejo, yo solo conmigo mismo. Y eso me basta.

lunes, 13 de junio de 2005

Cine y literatura. Patatas y pollo.


Venía yo pensando "¿sobre qué podría escribir hoy?". El fin de semana he pasado un calor terrible (35 grados a la sombra de los árboles son mucho para Hobbiton) y yo creo que se me han quemado las neuronas. He terminado de leer un libro, y había pensado escribir sobre él. ¿Por qué? Porque es un best-seller. Es el libro de moda. Tan de moda está que se va a hacer una película, y actuarán Tom Bombadil Hanks, la hobbit de Amelie, Gandalf y el Doctor Octopus. Casi ná. En efecto, estoy hablando de El Código Da Vinci.

Pero a medida que iba pensando qué decir, se me van pasando las ganas. Había pensado hablar de este nuevo género literario (del que este libro no es ni siquiera el pionero) que está empezando a triunfar contra todo pronóstico, pero no tengo muchas ganas tampoco. Tan sólo comentaré que un amigo mío lo llama "la novela histórico-inventada", haciendo un juego de palabras que no entiendo muy bien (algo de que mezcla la historia real con invenciones para dar una novela). Escribir una novela como ésta no sé si será fácil o difícil. No debe ser tan fácil, o todo el mundo lo haría, pero su (dudosa) calidad literaria me hace pensar lo contrario. Es una novela sencillísima de leer, entretenida y, si no hubiera sido por el revuelo que ha causado en la "iglesia", ni me habría fijado en ella. Pero esto último me dejó una sensación del tipo "El Informe Pelícano" que me animó a leerla.

La he leído. Está entretenida... Y se acabó. No hay más.

Este nuevo género es extraño. Es de consumo rápido, la gente habla de ello, pero dentro de unos años no se acordará nadie de ella. Son novelas preparadas para llevarse al cine, a "ese" cine de consumo rápido y aún más rápido olvido que nos invade. Me parece que nos está tocando vivir una época extraña. Películas maravillosas e imaginativas pasan desapercibidas, condenadas a ser idolatradas por los pocos afortunados que consiguen bajárselas de internet, mientras que auténticos bodrios infumables llenan las multisalas de cines con sistemas de sonido alucinantes y calidad de imagen casi perfecta.

El otro día fui a los "mejores cines de toda La Comarca": Los Kinépolis. Se llaman "los mejores" por la calidad de su imagen y su sonido. Uno espera que en esos cines se exhiban las mejores películas. Uno esperaría que allí se pueda disfrutar del mejor cine. Entonces, ¿qué diablos hace una película titulada "Soñando, soñando, triunfé patinando" en la cartelera de los "mejores cines", mientras que películas como el reestreno de "Alien" fueron despreciadas por estos mismos "mejores cines". "Problemas con la distribuidora", fue la razón que nos dieron hace poco más de un año, para justificar que la mejor película de Ridley Scott, en su maravilloso reestreno, y que los propios Kinépolis habían anunciado una y mil veces (y cuyo trailer seguían poniendo, tal vez por descuido, justo en aquel momento, en las pantallas que hay al lado de las taquillas), no fuera exhibida. Una película por la que no pasa el tiempo, que igualmente sorprende hoy que hace muchos años (muchos años, sí), condenada por intereses económicos. Así se mueve todo ahora.

Con la literatura está pasando lo mismo. Se venden libros de consumo rápido, y de rápido olvido. No hablo de aquellos libros de "Los Cinco", "Los Hollister" y algunos otros de rápido consumo juvenil que muchos leímos hace años. Porque yo sí me acuerdo de aquellos libros, pero estoy seguro que no recordaré el argumento de "El Código Da Vinci" dentro de unos pocos años, tal vez incluso meses.

La literatura y el cine se están llenando de este consumo rápido. Ya no es un divertimento, un elemento de ocio. Son patatas y pollo, productos de consumo habitual. Las patatas y el pollo han perdido todo su sabor. Ya no saben a nada. Se "hacen" patatas y pollos a toda velocidad, para ser consumidos por miles y miles de personas a diario. Y como hay que hacerlos tan deprisa, se les hace crecer a base de "efectos especiales" que les dan la forma de una patata y un pollo, pero que después no saben a nada.

Recuerdo cuánto se habló de Matrix, cuántas especulaciones, cuántas historias creaban los nuevos fans de esta saga. Y recuerdo su final: vacío, sin sabor. ¿Alguien ha vuelto a ver la primera película de esta "saga"? ¿Tiene sentido ahora que sabemos "toda la verdad" sobre Matrix? ¿O ha perdido todo su sabor? ¿Y cómo es que películas como "Dark City" o "Nivel 13" pasaron desapercibidas para el "gran público"? La temática es parecida (muy parecida, demasiado tal vez), y son más redondas, más perfectas... pero la gente ha olvidado el sabor del buen cine, y prefiere el consumo de una patata con forma perfecta, perfectamente limpia, a tener que limpiar la tierra de una patata realmente extraída de la tierra, y con verdadero sabor a patata.

Me he animado a hablar de cine y literatura, porque he visto una especie de encuesta entre algunos blogs que visito frecuentemente (algunos están enlazados aquí a la izquierda). Y necesitaba explicar de antemano algunas de mis próximas respuestas... Y además, me gusta explayarme un poco :-)

Número de pelis: No lo sé. Tal vez 400 ó 500. Originales tengo más de 100. Y sin embargo, sólo hay un puñado de 30 ó 40 que revisito frecuentemente. Y de éstas... creo que ni siquiera 10 son de los últimos 10 años.

Última comprada: L.A. Confidential. Una de esas películas para rescatar de los últimos años.

Última que vi: Episodio III de Star Wars en el cine (3 veces, y algunas más caerán). En casa, La Reina de África (una de cal, qué maravilla) y Daredevil (y otra de arena, aunque no me disgustó).

Próxima que voy a ver: En el cine, Batman Begins seguramente, y La Guerra de los Mundos (y espero no tener que olvidarlas... aunque me temo lo peor). En casa, no lo sé. Tengo ganas de volver a ver El Viaje de Chihiro.

Cinco pelis con significado especial: Star Wars (la trilogía clásica, y puede que el Episodio III entre a formar parte para mí de esta saga, dejando de lado los dos primeros, que no tienen "sabor"). El Señor de los Anillos (nunca olvidaré esos 4 años y pico). Fantasía (lo mejor que nunca ha hecho Disney, aunque no es "cine" en el sentido puro de la palabra... y tal vez por eso). El Golpe (todo un ejemplo de cómo hacer buen cine, y tal vez mi película favorita). Con la Muerte en los Talones (por decir una de Hitchcock, aunque podría valer casi cualquier otra).

Cinco víctimas más: Casi cualquiera de mis amigos, aunque serían más de 5.

No lo niego: Soy un consumidor de cine. Un "cinéfago". Y de cine norteamericano sobre todo, porque en La Comarca se hace tan poco cine que me guste... ¿Dónde están ahora los alumnos de quienes hicieron "Bienvenido Mr. Marshall", "El Crack" o incluso "Amanece, que no es poco"? ¿Por qué ya no se busca el "sabor", sino el "consumo"? Si haces películas con el sólo objetivo de llenar la taquilla, entonces es posible que sólo consigas eso. ¿Es que nadie hace ya películas para llenar el corazón y el recuerdo del espectador? ¿Y cómo es que algunas de mis películas favoritas me han llenado el corazón, y además han llenado la taquilla?

Supongo que aún queda esperanza. Me gusta el cine y me gustan los libros, y con eso me basta para disfrutarlos cuando tienen "sabor". Lo malo es que hay que comer mucho pollo con patatas sin sabor, para apreciar cuándo te comes un buen pollo de corral asado con patatas de la huerta.

viernes, 3 de junio de 2005

Fuegos artificiales


Había una vez un hobbit. No era un hobbit especial, pero desde pequeñito supo que quería hacer grandes cosas. Tampoco es que supiera muy bien qué eran esas "grandes cosas", ni siquiera sabía qué significaba bien eso de "grandes cosas", pero sobre ello basó sus objetivos.

Pero ¡ay!, resulta que nuestro hobbit no sabía destacar en lo que más le gustaba. Le gustaba la magia, y por encima de todo, le encantaban los fuegos artificiales. Pero jamás había conseguido hacer nada más que un simple juego de cartas (que todos sus amigos conocían ya de memoria), y sólo sabía fabricar un petardo que le explotaba siempre en las manos, con lo que no podía enseñárselo a nadie. Y el problema era que nuestro hobbit Tiburcio (así se llamaba, aunque todos le llamaban "el Tibu") quería ser alabado y recordado por su trabajo

Un buen día, Gandalf llegó a La Comarca. Venía de visita a ver a su amigo Bilbo. Bilbo y Gandalf eran muy famosos, y aunque criticados, eran queridos y respetados por muchos. Los Sacovilla-Bolsón eran enemigos declarados del viejo Bilbo, pero eso a Bilbo tampoco le importaba demasiado, aunque lo que más fastidiaba al viejo Bilbo era que, al fin y al cabo, los Sacovilla-Bolsón son familia suya, y tienen que trabajar juntos y convivir de cuando en cuando. El Tibu se llevaba bien con todo el mundo, por aquel entonces, tanto con Bilbo como con los Sacovilla-Bolsón. Pero ninguno le concedía especial atención.

Bilbo dio una pequeña fiesta aquel día, con unos enanos que habían venido de visita junto con Gandalf, para recordar viejos tiempos y viejas aventuras, como esa del Dragón Smaug que tantas veces habían contado. El Tibu no tenía gran cosa que hacer, y además, sentía curiosidad, así que estuvo cotilleando toda la noche alrededor de Bolsón Cerrado. Y entonces sucedió: salieron al jardín, y Gandalf preparó un espectáculo de fuegos artificiales como el Tibu jamás había soñado que podrían existir. Luces verdes, rojas, amarillas, se entrelazaban en figuras imposibles. El Tibu casi lloraba de la emoción. Y entonces, cuando todo acabó, oyó cómo Bilbo decía "Muy bonito, Gandalf, como siempre". ¿Como siempre? ¿Aquello no era algo excepcional? El viejo Gandalf sabía hacer fuegos artificiales de verdad, no petardos que explotaban en las manos.

La decisión estaba tomada. El Tibu aprendería de Gandalf.

Pero no fue fácil. Gandalf se mostraba reacio a enseñar a aquel pequeño hobbit a fabricar fuegos artificiales. Pero el Tibu lo tenía claro, y no cejó en su empeño. A todas horas buscaba a Gandalf y escuchaba. Casi nunca aprendía nada, aunque Gandalf hablaba con palabras que dejaban la sensación de estar diciendo mucho más de lo que, realmente, el pobre hobbit comprendía.

Y entonces sucedió. Una noche, Gandalf se quedó hablando con él. Hablaba de los petardos, y explicó que, para que no explotaran en las manos, había que recubrir la mezcla explosiva de un papel especial, y poner una mecha de una longitud de 99 milímetros. También habló de los cohetes de fuegos artificiales, y de cómo mezclar ciertos elementos con la pólvora para que produjesen distintos colores, y de cómo hacer que los cohetes subieran hasta las alturas. Pero el Tibu no entendió nada de esto último. Tan sólo consiguió recordar un dato sobre cómo conseguir una llama rojiza, mezclando polvo de teja con la pólvora. Pero aquello le bastaba. El Tibu no quiso escuchar más y se fue, dejando a Gandalf con la palabra en la boca.

A la tarde siguiente, el Tibu consiguió fabricar su primer paquete de petardos que no le explotaron en las manos. Cada uno tenía una mecha de exactamente 99 milímetros, estaba recubierto de papel especial, y había incluido polvo de teja en la mezcla. Y entonces, llamó a sus amigos los Sacovilla-Bolsón. No llamó a Bilbo ni a Gandalf, porque si fallaba, seguramente Bilbo y Gandalf se reirían de él. Estaba muy equivocado, y seguramente el viejo Gandalf hubiera entonces ayudado al hobbit... pero eso nunca lo supo.

Cuando se hizo de noche, el Tibu y sus amigos fueron a un descampado. Allí encendió la mecha de su primer petardo, y lo arrojó con todas sus fuerzas hacia arriba. El petardo explotó en lo más alto, abriéndose en una campana de distintos tonos rojizos y anaranjados. Los Sacovilla-Bolsón quedaron maravillados. El Tibu lloraba de la emoción cuando lo subieron a hombros, y lo pasearon por toda La Comarca. "¡Viva El Tibu! ¡El gran maestro de los fuegos artificiales!", gritaban. Aquello era todo cuanto el Tibu siempre había soñado. Algunos le preguntaron cómo lo había hecho. Sin saber muy bien por qué, les contestó: "Es mi secreto". Suspiró aliviado cuando le respondieron: "Bueno, no nos importa cómo lo haces. Lo que importa es que tú los has inventado. Los has construido tú solo. Eres un maestro". Ni siquiera lo consideraban un petardo. "¡Son los mejores fuegos artificiales que hemos visto nunca!", le decían. Y tanto insistieron que, finalmente, el Tibu se dejó llevar. Arrojaba su petardo a lo alto, gritando "¡Ahí van mis fuegos artificiales!". Y ¡Bam! el petardo explotaba y se abría en sus destellos rojos y naranjas.

Al pasar frente a Bolsón Cerrado, Gandalf, Bilbo y los Enanos estaban fumando y haciendo anillos de humo a la luz de las estrellas. Los Sacovilla-Bolsón no dejaron pasar la oportunidad. Ante la mirada de cientos de curiosos, pidieron al Tibu que hiciera una nueva demostración, pues pretendían demostrar que el verdadero maestro de los fuegos artificiales era su amigo el Tibu, y no ese mago amigo del loco Bilbo. El Tibu encendió otro petardo y lo arrojó a lo alto. ¡Bam! El petardo explotó, y de nuevo una bonita campana rojiza y anaranjada se abrió ante las cabezas de los atónitos hobbits que aplaudían sin cesar. Bilbo y Gandalf se sonrieron. Gandalf se acercó entonces al Tibu y le preguntó, allí delante de todos:

- Dime, Tiburcio. ¿Cómo has aprendido a fabricar ese petardo? ¿Quién te ha enseñado?
- ¡¡No necesita aprender de nadie!! ¡¡Los ha hecho él solo, viejo loco!! - gritó Lobelia Sacovilla-Bolsón.
- No estaba hablando contigo, Lobelia. Deja que él responda a la pregunta - dijo dulcemente Gandalf.
El Tibu dudó un momento, y finalmente, alzando orgulloso el mentón, contestó:
- Llevo años trabajando, investigando y buscando fórmulas para fabricar fuegos artificiales. Yo no hago petardos, señor Gandalf, sino fuegos artificiales. Y he aprendido yo solo. Los he hecho yo solo.
- Solo seguirás, pues - replicó Gandalf. El mago volvió a donde estaban Bilbo y los Enanos y encendió de nuevo su pipa, mientras los Sacovilla-Bolsón gritaban a todo el mundo para que alabaran al Tibu, el primer maestro de los fuegos artificiales de La Comarca y posiblemente de toda la Tierra Media.

Ahora han pasado tres años desde aquello. Hace unos días, pasé por delante de la casa de los Sacovilla-Bolsón. Estaban celebrando una fiesta, y el viejo Otho gritó: "¡¡Veamos los nuevos fuegos artificiales del Tibu!!". Me picó la curiosidad y me quedé observando. El Tibu extrajo entonces una honda, y en el centro de la honda colocó un petardo mucho más grande que los que yo recordaba. El petardo estaba recubierto del mismo papel especial, y la mecha tenía exactamente 99 milímetros antes de encenderla. La honda giró una, dos, tres, cuatro veces, y el petardo fue arrojado a lo alto. A los 15 metros de altura, el petardo explotó. Una gigantesca campana de tonos rojizos y anaranjados se abrió, cubriendo todo el cielo sobre el jardín de los Sacovilla-Bolsón, quienes empezaron a gritar, entusiasmados:

- ¡¡Bravo!! ¡¡Bravo!!
- ¡Esta vez te has superado, Tibu! ¡Eres el mejor!
- ¡Impresionante! ¡En mi vida habría creído que se podría conseguir nada parecido! ¡Son los mejores fuegos artificiales de la historia!
- Es magia. Me he sentido como en un mundo mágico, de fantasía. Gracias, Tibu.

Empecé a caminar y, al doblar la esquina, me encontré con que Gandalf también estaba asistiendo al "espectáculo".

- ¿Gandalf?
- Hola, Frodo Gualtrapa.
- ¿Qué haces aquí?
- Esperaba que hubiera aprendido algo nuevo - dijo, refiriéndose evidentemente al Tibu -. Pero no. Y ni siquiera ahora es capaz de reconocer cómo aprendió todo lo que sabe.

No supe qué contestarle. Nos fuimos a casa, a Bolsón Cerrado. Por el camino, Gandalf empezó a explicarme cómo fabricar cohetes de verdad de fuegos artificiales, y cómo conseguir cambiar los colores.

- Gandalf, no comprendo todo lo que me estás contando. Apenas he comprendido cómo encerrar la pólvora en papel y mezclarla con hojas de sauce para conseguir una llama verde.
- Paciencia. No se puede aprender todo en un día. Si todo lo que haces es producto de lo que has aprendido un día de tu vida, sólo conseguirás una pequeña explosión, como de un petardo. Como mucho, conseguirás hacer fuegos artificiales bonitos y variados, pero efímeros... Pero si escuchas, aprendes y ayudas a otros a que aprendan de tí, serás como una llama que nunca se apaga.