lunes, 13 de junio de 2005

Cine y literatura. Patatas y pollo.


Venía yo pensando "¿sobre qué podría escribir hoy?". El fin de semana he pasado un calor terrible (35 grados a la sombra de los árboles son mucho para Hobbiton) y yo creo que se me han quemado las neuronas. He terminado de leer un libro, y había pensado escribir sobre él. ¿Por qué? Porque es un best-seller. Es el libro de moda. Tan de moda está que se va a hacer una película, y actuarán Tom Bombadil Hanks, la hobbit de Amelie, Gandalf y el Doctor Octopus. Casi ná. En efecto, estoy hablando de El Código Da Vinci.

Pero a medida que iba pensando qué decir, se me van pasando las ganas. Había pensado hablar de este nuevo género literario (del que este libro no es ni siquiera el pionero) que está empezando a triunfar contra todo pronóstico, pero no tengo muchas ganas tampoco. Tan sólo comentaré que un amigo mío lo llama "la novela histórico-inventada", haciendo un juego de palabras que no entiendo muy bien (algo de que mezcla la historia real con invenciones para dar una novela). Escribir una novela como ésta no sé si será fácil o difícil. No debe ser tan fácil, o todo el mundo lo haría, pero su (dudosa) calidad literaria me hace pensar lo contrario. Es una novela sencillísima de leer, entretenida y, si no hubiera sido por el revuelo que ha causado en la "iglesia", ni me habría fijado en ella. Pero esto último me dejó una sensación del tipo "El Informe Pelícano" que me animó a leerla.

La he leído. Está entretenida... Y se acabó. No hay más.

Este nuevo género es extraño. Es de consumo rápido, la gente habla de ello, pero dentro de unos años no se acordará nadie de ella. Son novelas preparadas para llevarse al cine, a "ese" cine de consumo rápido y aún más rápido olvido que nos invade. Me parece que nos está tocando vivir una época extraña. Películas maravillosas e imaginativas pasan desapercibidas, condenadas a ser idolatradas por los pocos afortunados que consiguen bajárselas de internet, mientras que auténticos bodrios infumables llenan las multisalas de cines con sistemas de sonido alucinantes y calidad de imagen casi perfecta.

El otro día fui a los "mejores cines de toda La Comarca": Los Kinépolis. Se llaman "los mejores" por la calidad de su imagen y su sonido. Uno espera que en esos cines se exhiban las mejores películas. Uno esperaría que allí se pueda disfrutar del mejor cine. Entonces, ¿qué diablos hace una película titulada "Soñando, soñando, triunfé patinando" en la cartelera de los "mejores cines", mientras que películas como el reestreno de "Alien" fueron despreciadas por estos mismos "mejores cines". "Problemas con la distribuidora", fue la razón que nos dieron hace poco más de un año, para justificar que la mejor película de Ridley Scott, en su maravilloso reestreno, y que los propios Kinépolis habían anunciado una y mil veces (y cuyo trailer seguían poniendo, tal vez por descuido, justo en aquel momento, en las pantallas que hay al lado de las taquillas), no fuera exhibida. Una película por la que no pasa el tiempo, que igualmente sorprende hoy que hace muchos años (muchos años, sí), condenada por intereses económicos. Así se mueve todo ahora.

Con la literatura está pasando lo mismo. Se venden libros de consumo rápido, y de rápido olvido. No hablo de aquellos libros de "Los Cinco", "Los Hollister" y algunos otros de rápido consumo juvenil que muchos leímos hace años. Porque yo sí me acuerdo de aquellos libros, pero estoy seguro que no recordaré el argumento de "El Código Da Vinci" dentro de unos pocos años, tal vez incluso meses.

La literatura y el cine se están llenando de este consumo rápido. Ya no es un divertimento, un elemento de ocio. Son patatas y pollo, productos de consumo habitual. Las patatas y el pollo han perdido todo su sabor. Ya no saben a nada. Se "hacen" patatas y pollos a toda velocidad, para ser consumidos por miles y miles de personas a diario. Y como hay que hacerlos tan deprisa, se les hace crecer a base de "efectos especiales" que les dan la forma de una patata y un pollo, pero que después no saben a nada.

Recuerdo cuánto se habló de Matrix, cuántas especulaciones, cuántas historias creaban los nuevos fans de esta saga. Y recuerdo su final: vacío, sin sabor. ¿Alguien ha vuelto a ver la primera película de esta "saga"? ¿Tiene sentido ahora que sabemos "toda la verdad" sobre Matrix? ¿O ha perdido todo su sabor? ¿Y cómo es que películas como "Dark City" o "Nivel 13" pasaron desapercibidas para el "gran público"? La temática es parecida (muy parecida, demasiado tal vez), y son más redondas, más perfectas... pero la gente ha olvidado el sabor del buen cine, y prefiere el consumo de una patata con forma perfecta, perfectamente limpia, a tener que limpiar la tierra de una patata realmente extraída de la tierra, y con verdadero sabor a patata.

Me he animado a hablar de cine y literatura, porque he visto una especie de encuesta entre algunos blogs que visito frecuentemente (algunos están enlazados aquí a la izquierda). Y necesitaba explicar de antemano algunas de mis próximas respuestas... Y además, me gusta explayarme un poco :-)

Número de pelis: No lo sé. Tal vez 400 ó 500. Originales tengo más de 100. Y sin embargo, sólo hay un puñado de 30 ó 40 que revisito frecuentemente. Y de éstas... creo que ni siquiera 10 son de los últimos 10 años.

Última comprada: L.A. Confidential. Una de esas películas para rescatar de los últimos años.

Última que vi: Episodio III de Star Wars en el cine (3 veces, y algunas más caerán). En casa, La Reina de África (una de cal, qué maravilla) y Daredevil (y otra de arena, aunque no me disgustó).

Próxima que voy a ver: En el cine, Batman Begins seguramente, y La Guerra de los Mundos (y espero no tener que olvidarlas... aunque me temo lo peor). En casa, no lo sé. Tengo ganas de volver a ver El Viaje de Chihiro.

Cinco pelis con significado especial: Star Wars (la trilogía clásica, y puede que el Episodio III entre a formar parte para mí de esta saga, dejando de lado los dos primeros, que no tienen "sabor"). El Señor de los Anillos (nunca olvidaré esos 4 años y pico). Fantasía (lo mejor que nunca ha hecho Disney, aunque no es "cine" en el sentido puro de la palabra... y tal vez por eso). El Golpe (todo un ejemplo de cómo hacer buen cine, y tal vez mi película favorita). Con la Muerte en los Talones (por decir una de Hitchcock, aunque podría valer casi cualquier otra).

Cinco víctimas más: Casi cualquiera de mis amigos, aunque serían más de 5.

No lo niego: Soy un consumidor de cine. Un "cinéfago". Y de cine norteamericano sobre todo, porque en La Comarca se hace tan poco cine que me guste... ¿Dónde están ahora los alumnos de quienes hicieron "Bienvenido Mr. Marshall", "El Crack" o incluso "Amanece, que no es poco"? ¿Por qué ya no se busca el "sabor", sino el "consumo"? Si haces películas con el sólo objetivo de llenar la taquilla, entonces es posible que sólo consigas eso. ¿Es que nadie hace ya películas para llenar el corazón y el recuerdo del espectador? ¿Y cómo es que algunas de mis películas favoritas me han llenado el corazón, y además han llenado la taquilla?

Supongo que aún queda esperanza. Me gusta el cine y me gustan los libros, y con eso me basta para disfrutarlos cuando tienen "sabor". Lo malo es que hay que comer mucho pollo con patatas sin sabor, para apreciar cuándo te comes un buen pollo de corral asado con patatas de la huerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario