lunes, 18 de julio de 2005

Crímenes en nuestro tiempo


Música: Isengard Unleashed, de Howard Shore. Si tenéis la oportunidad, escuchadla ahora.

    Llegó la tarde y el sol que descendía en el oeste hacia las montañas lanzó unos largos rayos amarillos entre las grietas y fisuras de las nubes. De pronto cayeron en la cuenta de que todo estaba muy tranquilo; el bosque entero esperaba en un atento silencio. Por supuesto, las voces de los Ents habían callado. ¿Qué significaba esto? Bregalad, erguido y tenso, miraba al norte hacia el Valle Emboscado.

Tala de árboles en el Paseo de Rosa Coto, en Hobbiton. Ayer, docenas de vecinos del barrio intentaron protestar, defender a los árboles que han crecido durante treinta años. Pero estos árboles estaban condenados, como si estuvieran en el mundo de la "Fuga de Logan" en versión arborícola. Lo más terrible de todo, como siempre, el factor humano y la manipulación de TeleHobbiton: Los vecinos aparecen como unos locos enajenados, gritando, peleando con la policía, y sin declarar nada a la cámara (claro, seguro que ninguno de ellos tenía nada que decir, ¿verdad?). Y mientras, el jefecillo de la "obra" (yo creía que "obra" era sinónimo de construcción, no de destrucción) aparece trajeado, muy serio y convencido, diciendo que el barrio se quedará mejor incluso que como estaba, con los mismos árboles. Pero esos árboles no están siendo trasplantados: Están siendo talados, asesinados. Así que se plantarán nuevos árboles, ¿verdad? Eeeeh, Ciñatiesa. ¡Aaah!

¿Cuánto tiempo hace falta para que crezca un árbol? ¿Lo vas a ver tú, jefecillo que sale en la tele, todo replantado y crecidito? ¿O vas a ver un maldito desierto de asfalto con arbustos hasta que tengas 80 años? ¿Eres tan tonto que te has creído tu propia mentira, o tan iluso que se la has creído a quienes te "guían"? Yo te diré lo que has hecho: Has dejado el barrio sin árboles, sin sombra, para los próximos 20 años. Eso es lo que has hecho.

"Los árboles están enfermos", se llegó a decir como excusa. No, los que están enfermos son quienes han ordenado matarlos. Y enfermos crecerán los niños que jugarán al sol, viendo esos tristes arbustos enanos que crecen demasiado despacio en este mundo alocado.

    En seguida y con un estruendo llegó un grito resonante: ¡Rahumrah! Los árboles se estremecieron y se inclinaron como si los hubiera atacado un huracán. Hubo otra pausa y luego se oyó una música de marcha, como de solemnes tambores, y por encima de los redobles y los golpes se elevaron unas voces que cantaban altas y fuertes.
    Venimos, venimos, con un redoble de tambor: ¡ta-runda runda runda rom!
    Los Ents venían y el canto se elevaba cada vez más cerca y más sonoro.
    Venimos, venimos con cuernos y tambores: ¡ta-rûna rûna rûna rom!

Incendio en la Cuaderna del Este. 11 muertos, dicen las noticias, y 13.000 hectáreas de bosque arrasado. ¿Por qué los árboles se miden por hectáreas? ¿Por qué no se dice "11 metros cuadrados de personas y 13.000 hectáreas de árboles murieron a causa del incendio"? Nos matamos y los matamos por nuestra propia imbecilidad, nuestro estúpido orgullo.

"Tranquilos, yo sé hacer fuego, y todos comeremos carne a la brasa", y posiblemente mientras dice esto, mira a su alrededor, y no ve vida, sólo leña. Ingoramos la cantidad de vida que nos rodea, porque sólo nos importa nuestra propia vida. ¿Por qué, si no, íbamos a conducir como lo hacemos, enfrentarnos entre nosotros como lo hacemos, invadir como lo hacemos? Si no nos preocupa la vida de los demás, ¿cómo vamos a prestar alguna atención a la vida de un árbol? Si sólo nos preocupa nuestra propia vida, no nos importará mentir para salvarla, por muchos crímenes que hayamos cometido, ¿verdad?

    Bregalad, los ojos brillantes, se metió de un salto en la fila junto a Bárbol. El viejo Ent tomó de vuelta a los hobbits y se los puso otra vez sobre los hombros y así ellos cabalgaron orgullosos a la cabeza de la compañía que iba cantando, el corazón palpitante y la frente bien alta. Aunque habían esperado que algo ocurriera al fin, el cambio que se había operado en los Ents les parecía sorprendente, como si ahora se hubiese soltado una avenida de agua, que un dique había contenido mucho tiempo.

Incendios por todas partes, en La Comarca. Un lugar en el que se decía que una ardilla podía recorrerlo sin bajarse de los árboles. Un lugar en el que siempre nos hemos sentido orgullosos de tener abundantes y ricos bosques. Y sigue sin aprobarse una ley que dé sentido común a quienes necesitan de leyes (porque carecen de sentido común). Una ley que impida construir casas donde ha habido un incendio. Una ley que obligue al hombre a reforestar lo que ha destruido.

Cicatrices en los Bosques de Valinor, por una carretera que no ha servido para nada más que para asesinar árboles y personas, y que no lleva a ninguna parte. Más cerca, en La Comarca, se habla de "pirómanos", como si fueran personas enfermas a las que hay que intentar curar y tener compasión. ¿Seguro que son personas enfermas, o son mercenarios a sueldo contratados para matar árboles y así permitir a inmobiliarias y constructoras disponer de más terreno para llenarlo todo de ladrillos y cemento? ¿Qué otra razón puede haber para que esas personas no estén recibiendo la presunta ayuda que debe recibir una persona enferma?

    Pippin miró hacia atrás. El número de los Ents había crecido... ¿o qué ocurría ahora? Donde se extendían las faldas desnudas y oscuras que acababan de cruzar, creyó ver montes de árboles. ¡Pero estaban moviéndose! ¿Era posible que el bosque entero de Fangorn hubiese despertado y que ahora marchase por encima de las colinas hacia la guerra? Se frotó los ojos preguntándose si no lo habrían engañado el sueño o las sombras; pero las grandes formas grises continuaban avanzando firmemente.

A veces espero que los sueños se hagan realidad. A veces espero que nuestros propios sueños nos den una lección. Yo comparto este sueño con quien supo escribirlo. Para mí, matar un árbol también es un crimen, y la eliminación de un bosque, un suicidio (nuestro suicidio).

    ¡A Isengard! Aunque Isengard esté clausurado con puertas de piedra;
    Aunque Isengard sea fuerte y dura, fría como la piedra y desnuda como el hueso.
    Partimos, partimos, partimos a la guerra, a romper la piedra y derribar la puerta;
    pues el tronco y la rama están ardiendo ahora, el horno ruge; ¡partimos a la guerra!
    Al país de las tinieblas con paso de destino, con redoble de tambor, marchamos, marchamos.
    ¡A Isengard marchamos con el destino!
    ¡Marchamos con el destino, con el destino marchamos!

Sólo espero que se cumpla el sueño. Nos lo merecemos.

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